Antes se decía que "si quieres saber quién es Pepillo, dále un carguillo"; ahora deberíamos decir que si quieres saber quién es Pepillo, dale una "tarjeta opaca"... y aparecerá la naturaleza humana en su más esplendorosa monumentalidad. Por desgracia par quienes, embelesados con el aroma de la presunción de inocencia, se consideran por encima del bien y del mal —rasgo fundamental de magnates y primates— , las tarjetas opacas no lo son tanto...
Ignacio Sánchez-Cuenca ha publicado en infoLibre un breve análisis de mesurada ironía sobre el uso de las tarjetas black de Caja Madrid:
"El análisis del uso de las tarjetas black de Caja Madrid me lleva a defender una tesis que va en contra de la visión dominante. Dicha visión establece que todos los políticos son iguales. Ante la avalancha de información sobre el uso, digamos, fraudulento, de las tarjetas, son muchos los que piensan que el eslogan “PP y PSOE, la misma mierda es” se ha quedado pequeño: hay que hacer hueco a Izquierda Unida, a UGT y CCOO y a la CEOE."
Lógicamente, a medida que avanza el análisis, la “igualdad” se ve matizada según los diferentes “capítulos de gasto”. A continuación, las consideraciones sobre el “gasto cultural”:
"Quién lo iba a decir, las tarjetas black también se podían utilizar para el cultivo del espíritu. Hay numerosos cargos en la FNAC (cultura, pues, en un sentido laxo) y en librerías, papelerías y tiendas de discos. La derecha no parece muy interesada en la cultura, todo sea dicho. Y la izquierda fetén tampoco. Es más bien cosa de los socialdemócratas. Son gente más refinada, que emplea los privilegios de los que disfruta para mejorar su formación. Merece destacarse con nombre y apellidos el consejero que más invirtió en cultura, el socialista Rafael Eduardo Torres Posada, que gastó la friolera del 21% de sus compras en alimento espiritual. Para que luego se diga que no hay diferencias entre el PP y el PSOE.
Resulta bien llamativo que José Antonio Moral Santín, siendo el más gastador de todos los consejeros y además profesor universitario (recientemente nombrado director de un Instituto Universitario en la Universidad Complutense de Madrid), se gastara tan solo el 0,15% de sus fondos en cultura, quedando al mismo nivel que Ricardo Romero de Tejada y Picatoste (el 0,14%).
Virgilio Zapatero, que anda tan revuelto estos días, empleó un más que digno 6% de sus gastos en productos culturales. Que conste."
Y para no dejar con ansias al lector comodón, que eluda recurrir a las fuentes originales, a continuación, las conclusiones del “estudio”:
"Se engañan quienes piensan que todos los políticos son iguales. Es verdad que, si se les da la oportunidad, tienden a gastar y que, cuanto más tiempo llevan gastando, más gastan. ¿Acaso no son humanos? Pero resulta que los partidos siguen siendo muy distintos en sus patrones de consumo, reflejo de las ideologías que encarnan.
Como cabía esperar, la derecha se pirra por las flores y las joyas y desprecia los libros y los discos. La izquierda izquierda se vuelve loca con los restaurantes de lujo, con los clubes y discotecas, y no muestra tampoco gran interés por los bienes librescos. Por último, la izquierda moderada, la socialdemócrata, no presenta grandes peculiaridades, salvo su afición por la cultura.
La gente piensa que la corrupción es siempre una cuestión de codicia y dinero. Y hasta cierto punto lo es. Pero ni siquiera corrompiéndose, o, en términos más suaves, abusando de privilegios injustificados, los políticos son iguales. A la hora de tirar de la tarjeta black, los consejeros tienen sus corazoncitos y sus principios ideológicos. Para que luego digan que la política no importa."
Sólo una acotación al análisis que analiza someramente el sagrado principio de "maricón el último", que rige sobre la praxis del "liberalismo globalizado", por si alguien se pierde en la ironía sutil de Ignacio Sánchez-Cuenca: el desmesurado gasto de Rafael Eduardo Torres Posada (21 %) en "cultura" genera un problema que la estadística actual subsana fácilmente y que, en términos rigurosos, proporciona resultados contradictorios con la supuesta diferencia en la actitud cultural, según el substrato ideológico. Debiéramos decir que "es más fácil" encontrar en "la izquierda moderada" personas con posibles inquietudes culturales... aunque sólo sea postureo. Y aún así, enseguida aparecerían los bancos españoles para argumentar con contundencia que ellos son adalides de voluntad cultural, los verdaderos amantes de las siete musas...
Teniendo en cuenta las cualidades del sistema político que nos ha acompañado durante los últimos años, es lógico que en "la derecha", en la "izquierda" y, por supuesto, en el "centro", impere la desfachatez del erial, incluso entre las personas de alta cualificación académica. Valores éticos y "liberalismo globalizado" son "entidades" esencialmente contradictorias.
Ignacio Sánchez-Cuenca ha publicado en infoLibre un breve análisis de mesurada ironía sobre el uso de las tarjetas black de Caja Madrid:
"El análisis del uso de las tarjetas black de Caja Madrid me lleva a defender una tesis que va en contra de la visión dominante. Dicha visión establece que todos los políticos son iguales. Ante la avalancha de información sobre el uso, digamos, fraudulento, de las tarjetas, son muchos los que piensan que el eslogan “PP y PSOE, la misma mierda es” se ha quedado pequeño: hay que hacer hueco a Izquierda Unida, a UGT y CCOO y a la CEOE."
Lógicamente, a medida que avanza el análisis, la “igualdad” se ve matizada según los diferentes “capítulos de gasto”. A continuación, las consideraciones sobre el “gasto cultural”:
"Quién lo iba a decir, las tarjetas black también se podían utilizar para el cultivo del espíritu. Hay numerosos cargos en la FNAC (cultura, pues, en un sentido laxo) y en librerías, papelerías y tiendas de discos. La derecha no parece muy interesada en la cultura, todo sea dicho. Y la izquierda fetén tampoco. Es más bien cosa de los socialdemócratas. Son gente más refinada, que emplea los privilegios de los que disfruta para mejorar su formación. Merece destacarse con nombre y apellidos el consejero que más invirtió en cultura, el socialista Rafael Eduardo Torres Posada, que gastó la friolera del 21% de sus compras en alimento espiritual. Para que luego se diga que no hay diferencias entre el PP y el PSOE.
Resulta bien llamativo que José Antonio Moral Santín, siendo el más gastador de todos los consejeros y además profesor universitario (recientemente nombrado director de un Instituto Universitario en la Universidad Complutense de Madrid), se gastara tan solo el 0,15% de sus fondos en cultura, quedando al mismo nivel que Ricardo Romero de Tejada y Picatoste (el 0,14%).
Virgilio Zapatero, que anda tan revuelto estos días, empleó un más que digno 6% de sus gastos en productos culturales. Que conste."
infoLibre |
"Se engañan quienes piensan que todos los políticos son iguales. Es verdad que, si se les da la oportunidad, tienden a gastar y que, cuanto más tiempo llevan gastando, más gastan. ¿Acaso no son humanos? Pero resulta que los partidos siguen siendo muy distintos en sus patrones de consumo, reflejo de las ideologías que encarnan.
Como cabía esperar, la derecha se pirra por las flores y las joyas y desprecia los libros y los discos. La izquierda izquierda se vuelve loca con los restaurantes de lujo, con los clubes y discotecas, y no muestra tampoco gran interés por los bienes librescos. Por último, la izquierda moderada, la socialdemócrata, no presenta grandes peculiaridades, salvo su afición por la cultura.
La gente piensa que la corrupción es siempre una cuestión de codicia y dinero. Y hasta cierto punto lo es. Pero ni siquiera corrompiéndose, o, en términos más suaves, abusando de privilegios injustificados, los políticos son iguales. A la hora de tirar de la tarjeta black, los consejeros tienen sus corazoncitos y sus principios ideológicos. Para que luego digan que la política no importa."
Sólo una acotación al análisis que analiza someramente el sagrado principio de "maricón el último", que rige sobre la praxis del "liberalismo globalizado", por si alguien se pierde en la ironía sutil de Ignacio Sánchez-Cuenca: el desmesurado gasto de Rafael Eduardo Torres Posada (21 %) en "cultura" genera un problema que la estadística actual subsana fácilmente y que, en términos rigurosos, proporciona resultados contradictorios con la supuesta diferencia en la actitud cultural, según el substrato ideológico. Debiéramos decir que "es más fácil" encontrar en "la izquierda moderada" personas con posibles inquietudes culturales... aunque sólo sea postureo. Y aún así, enseguida aparecerían los bancos españoles para argumentar con contundencia que ellos son adalides de voluntad cultural, los verdaderos amantes de las siete musas...
Teniendo en cuenta las cualidades del sistema político que nos ha acompañado durante los últimos años, es lógico que en "la derecha", en la "izquierda" y, por supuesto, en el "centro", impere la desfachatez del erial, incluso entre las personas de alta cualificación académica. Valores éticos y "liberalismo globalizado" son "entidades" esencialmente contradictorias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario