La Tate acaba de abrir una
exposición que ofrece una "revisión" de la implantación de las corrientes de arte Pop en todo el planeta, para poner de manifiesto, entre otras cosas, la vinculación de la nueva concepción iconográfica con movimientos políticos revolucionarios, por supuesto, fuera de USA y Reino Unido. Obviamente, el caso español es paradigmático, porque gracias a una "extraña paradoja", la consagración de las imágenes de la cultura popular impulsada por el sistema capitalista vino a coincidir con las estrategias de quienes concebían las posibilidades políticas del arte, precisamente, a partir de su capacidad para conectar con las clases trabajadoras (populares).
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Equipo Crónica, El intruso, 1969 |
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