David Hume se pasó la vida peleando contra las supersticiones; seguramente por ello y por ser uno de los pensadores que construyeron los cimientos de nuestro actual modelo científico, es reconocido universalmente y mereció una estatua en una de las zonas más importantes de Edimburgo, la ciudad donde nació. Se ha corrido la voz de que, ante los exámenes, trae buena suerte tocar el dedo gordo de su pie derecho; en consecuencia, el apéndice está tan brillante como el pito del porcellino de Florencia, que también proporciona suerte.
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