Lo que está sucediendo estos días en España, unas veces se inclina hacia fórmulas de dudosa calidad democrática, empleadas en los momentos más negros del pasado reciente. Ese es, a mi juicio, lo que parece desprenderse de una iniciativa-contrapeso que ha aparecido en la Web bajo el lema "No somos anónimos y somos más", seguramente, siguiendo instrucciones emanadas desde la SGAE. En el momento de escribir estas páginas, ya han firmado alrededor de 2.500 personas, indicando nombre y ocupación, no siempre de forma clara. El primer vistazo informa de lo que comentaba en una entrada anterior: la escasa representación de "creadores" y la sobreabundancia de comerciales (videoclubs)... Y por supuesto, "no son más": al día de hoy el manifiesto de FACUA aglutina casi veinte veces más adhesiones. Pero como quienes defienden la ley Sinde han convertido la inexactitud en instrumento de manipulación estratégica, dicha página les servirá para lanzar titulares de prensa destinados a quienes, apabullados por el exceso de datos, entiendan que sería una tragedia terrible el fin la creación...
Al señor Zapatero le saldrán las cuentas como al señor Nixon: basta sumar el censo de la mayoría silenciosa, fácilmente manipulable contando con el apoyo de los medios (sector interesado), a la minoría cualificada. Además, los grupos "diletantes" son potencialmente abstencionistas.
El señor Gabilondo, en su última entrevista en CNN+, hablaba con el vicepresidente, señor Pérez Rubalcaba, quien se refirió a la "ley Sinde" como algo necesario en un país serio y desarrollado como el nuestro... Frente a las palabras del señor Pérez Rubalcaba, me gustaría enfatizar algunas cuestiones importantes:1. Promulgar una ley que tenga por objeto facilitar la explotación comercial de los productos culturales matiza la actividad del Ministerio de Cultura en dirección incompatible con los objetivos sociales de ese ministerio. Si las medidas fueran promocionadas desde el Ministerio de Industria, acaso fuera más sencillo entenderse.
2. En un país serio y desarrollado como el nuestro hay multitud de asuntos pendientes mucho más urgentes desde el interés de las mayorías en tiempo de crisis: acabar con la corrupción y con las corruptelas institucionalizadas, combatir la economía sumergida, erradicar los privilegios de la clase política, la reforma educativa, etc. Si los beneficios de la explotación comercial de los productos culturales fueran gestionados por entidades intachables, acaso fuera más sencillo entenderse, pero entonces perdería interés legislar sobre ello.
El Iñaki Gabilondo decía el otro día en una entrevista concedida a Gemma Nierga que en España "no sabemos discrepar". Creo que el ilustre periodista se equivocaba porque la situación es más dramática. A la clase política española le importa una mierda la discrepancia, porque entre sus recursos habituales sólo aplican el razonamiento para desarrollar estrategias de manipulación. Los debates parlamentarios son muy explícitos. Las palabras de la Ministra de cultura también. Frente a la argumentación discrepante, invariablemente se recurre a la descalificación: son "opiniones de diletantes". Y así nos luce el pelo.
Richard Nixon fue obligado a dimitir.Aquí sólo dimiten los "aficionados"; los profesionales del poder, las personas "serias", saben que abandonar el barco cuando estalla la tempestad es de cobardes.
Y todavía la gente cree que el arte es “desinteresado”. En términos generales la cultura está desligada de ese desinterés. Pero si hablamos en términos económicos los diletantes nos ofrecen cultura “desinteresada económicamente”. Pero el liberalismo se impone al progresismo, la política empresarial frente a la social… y todos quedamos con el culo al aire ante la unidireccionalidad de los medios de comunicación tradicionales y unos políticos que, lejos de enmendarlo, intentan coartarnos en el único medio con la posibilidad que los ciudadanos tenemos de romper esa pasividad a que nos dejan expuestos. En la dirección en que pretenden llevarnos llegaría un punto en que ya no importaría no referenciar la fuente utilizada, con pagar una cuota se darían por contentos.
ResponderEliminarEs muy cómodo gobernar a favor de los especuladores y las minorías privilegiadas:clase política, banqueros, empresarios de "altos vuelos", Iglesia, "periodistas consagrados", y unos cuantos grupos más. En España la educación es un desastre; la uniersidad va de mal en peor; la sanidad está en declive; el Ministerio de Trabajo es un chiste negro; la vivienda... Únicamente el Ministerio de Hacienda es eficaz, pero sólo frente a quienes cobran de una nómina o tienen una empresa pequeña. ¿Democracia bananera? ¿Absurdistán Latino? Lo más adecuado para etiquetar... ¡Especulocracia!
ResponderEliminarEl post es una maravilla, tiene su tiempo pero permite saber como hemos cambiando en estos años, a mi parecer no demasiado... Un saludo
ResponderEliminarYa te digo...
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