En el año 1995 abrieron en Gijón un museo-yacimiento aprovechando la aparición de unas "termas romanas" en la zona de ocupación más antigua de la población, junto a la iglesia de San Pedro, en el límite de la playa de San Lorenzo. Como las vivencias personales condicionan nuestros puntos de vista, inevitablemente, tenía que acordarme del museo municipal de Cartagena y, por supuesto, del museo-yacimiento de Bath. Y debo confesar que, como suele ocurrir, las comparaciones son odiosas... para una de las partes. Aparte de la cuestión escalar, el museo de Gijón adolece de algunas cualidades que definen la diferencia entre los tratamientos políticos que se otorgan a los bienes culturales en España y en Inglaterra.
No es mala idea mantener el yacimiento bajo tierra, sin que se aprecie la construcción si uno está en sus inmediaciones. Sin embargo, esa circunstancia está en el origen de algunas de sus carencias: la edificación está limitada por encima y, naturalmente, por la parte inferior, ocupada por el yacimiento. Ello impone que el museo sea bastan angosto, en ocasiones, incluso, con cabezada, y que el espacio global ofrezca escasas posibilidades para proporcionar cierta espectacularidad. Para compensar esa deficiencia, los gestores han optado por colocar luces de colores que acaso sean adecuadas para interesar a los visitantes más jóvenes... pero, a mi juicio, no son suficientes para conseguir la espectacularidad que tiene, por ejemplo, el de Bath. En esa línea, hubiera sido más apropiado recrear unas termas sin alterar los restos arqueológicos.. Naturalmente, el proyecto hubiera sido más cotoso. Por desgracia, en España aún no existe conciencia de que es muy rentable a medio y largo plazo invertir fuerte en Bienes Culturales; sólo si existen expectativas cosméticas y de "pelotazos"...
Los arqueólogos sitúan la realización de las termas entre finales del siglo I y principios del siglo II. La datación vendría a reforzar la supuesta romanización temprana de Asturias o, cuando menos, de Gijón. Los datos ofrecidos por el propio museo (fragmentos de terra sigilata considerados "altoimperiales"), no me parecen concluyentes. Teniendo en cuenta que en Asturias no existen objetos culturales de datación clara en esa época y que casi todos los restos de filiación romana conocidos apuntan hacia los siglos finales del Imperio, parece más razonable considerar este yacimiento de esta época. aunque no tendría nada de particular que aparecieran restos romanos más antiguos, sencillamente, porque sabemos que la costa asturiana fue explorada antes del siglo I dC.
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