Cabra cuenta con uno de los museo municipales más interesantes de cuantos conozco que, además, atesora algunas piezas de especial interés desde mis querencias más personales. Una parte del interés seguramente deriva de que ocupa el lugar que hasta la década de los ochenta del siglo fue del Banco de España y esta institución tiene por costumbre emplear edificios de cierta entidad arquitectónica.
El montaje actual, que lo vincula de manera activa con la Casa de la Cultura, se inauguró el 28 de febrero de 2015, con marcada intención didáctica y elementos de cierta espectacularidad, entre los que destaca la reconstrucción, según fórmula romanas que me son muy familiares, del mitreo de la Villa del Mitra, de donde proceden algunos de los restos más relevantes del montaje.
Me ha sorprendido gratamente la manera de afrontar la catalogación de los restos de ornamentación arquitectónica, entre los que hay algunos que guardan estrecha relación con ciertos problemas mencionados frecuentemente en este blog. Así, por ejemplo, han agrupado tres capiteles y unos pocos fragmentos junto a una pared dedicada a la ornamentación arquitectónica, donde escuetamente se dice al visitante:
Alabar la prudencia y reprocharla a la vez, decía el filósofo chino: Creo que los gestores debieran haber afrontado el reto de ofrecer una catalogación más precisa, aunque ello impusiera ciertos riesgos, porque la acotación cronológica es fundamental para establecer relaciones que ayuden a entender los fenómenos asociados al desarrollo histórico.
El primer capitel (el CBR01) está tan deteriorado que casi ha perdido por completo la parte superior, aunque aún sea perceptible que perteneció a la serie corintizante y, más concretamente, a la "familia" "de cáliz central". Es una lástima que no conserve prácticamente nada del ábaco, porque ello podría ayudarnos a afinar un poco más el análisis. En la Península no han aparecido demasiados capiteles corintizantes, pero las mayoría de éstos, con frecuencia de concepción esquemática, se relacionan con Córdoba, Mérida y sur de Portugal. G. Behemerid recogió uno (el 856) del Museo de Córdoba, fechado en el siglo II, cuya hechura de cierta tosquedad lo relaciona con éste. Creo que esa fecha serviría aquí, teniendo en cuenta la prudencia impuesta por su estado de conservación.
El segundo capitel (CB302) también es corintizante, aunque de un grupo ornamental diferente, que Pensabene definió como "volutas en S"; en este caso, el planteamiento estructural del capitel parece inclinarse hacia fórmulas menos relacionadas con la idea geométrica de las volutas, para recurrir a formas más "vegetales". Aunque el tratamiento escultórico es pobre, se advierten detalles como el tipo de acanto o lo marcado que está el labio del kalathos que debería imponernos no adelantar demasiado la cronología. El siglo II también marcaría una buena referencia para este capitel con rasgos que, incluso, podrían abrir la hipótesis de una cronología anterior; y de nuevo, debemos lamentarnos por la pérdida de la parte superior...
El tercer capitel (CBR03) también pertenece al grupo corintizante pero, en este caso, "de doble cáliz", según fórmula relativamente común en la Península. Se distingue de los dos anteriores por un tratamiento escultórico menos interesado por conseguir los efectos plásticos propios del volumen naturalista, pero, al mismo tiempo, por acreditar una calidad de ejecución superior. Es destacable el carácter perfectamente geometrizado del cesto y la curvatura de los brazos del ábaco; frente a estos elementos que nos remiten a las fórmulas de los siglos I y II, debemos enfatizar la molduración demasiado simplificada del frente del ábaco y el escaso volumen del remate de las volutas, que ya está más cerca de la espiral que de la hélice.
En la Mezquita Mayor de Córdoba existen varios comparables; algunos, más similares aparentemente evolucionados, con talla aún más esquemática y otros de concepción estética prácticamente idéntica. El más parecido a éste de Cabra está, entre lo que recuerdo, en el Museo Arqueológico de Sevilla (SMA18). El de Cabra se distingue por un tratamiento algo más plástico y depurado, lo que, en principio, favorecería una cronología más temprana. en todo caso, la pérdida de volumen en la talla, orienta la realización de los dos hacia los alrededores del año 200.
En la mencionada pared, ofrecen varios fragmentos de capitel entre los que me interesa destacar dos, que refuerzan la idea de que en Cabra fueron más comunes las variedades corintizantes que las derivadas del corintio. Ambos documentan esquinas de ábacos con hélices que derivan de "volutas vegetales", como es corriente en las variedades liriformes y de cáliz central mencionadas. Ambos fragmentos, que informan de ábacos moldurados con sencillez, como el CBR03, debieron pertenecer a capiteles del mismo tipo y la misma época, hacia el año 200.
En la cartela sitúan un fragmento de placa ornamental procedente de la Villa del Mitra, entre los siglos II y III. Nada que objetar, puesto que gran parte de lo expuesto a propósito de los capiteles podría aplicarse a este relieve, que también ilumina la mencionada tendencia hacia la pérdida de volumen, dentro de unas posibilidades técnicas de cierta calidad.
Me ha hecho feliz la manera de afrontar el asunto "visigodo", con exquisita prudencia y dentro de ella, la forma de "explicar" la placa cerámica (clasificada entre los siglos IV y VI) y imposta de la imagen adjunta:
Al leerlo se me escapó una carcajada, sin otros matices que le pura expresión de alegría... Quienes sigan este blog sabrán que quien lo firma no hubiera sido tan "generoso": mejor, siglos IV al VI, como en el caso de la placa cerámica, que tienen en el museo y que pone a Cabra en relación con el norte de África.
Es muy posible que la prudencia esgrimida por los estudiosos que han trabajado los restos de Cabra tenga mucho que ver con un problema "endiablado" que, asimismo, ha hecho las delicias de este discreto amanuense: una de las piezas más interesantes del museo es, precisamente, uno de esos objetos que, como la piedra Rosetta, contiene ciertas claves para ordenar con cierto fundamento el gigantesco rompecabezas de la ornamentación arquitectónica hispana entre los años 200 y 1000; y nadie piense que exagero al establecer un área de juego tan amplia, que obviamente guarda mucha relación con el "territorio" definido en este blog. Se trata de un labrum (vaso de jardín o de patio grande), que apareció fragmentado en la Villa del Mitra, y que si no han recompuesto en su integridad durante los últimos años, al menos han conseguido que nos hagamos una idea muy aproximada de su concepción original. Cuando aparecieron los fragmentos, Blanco, García y Bendala concluyeron que el recipiente, tallado en una única pieza, debió ser realizado en la primera mitad del siglo III; y para justificar la clasificación, lo relacionaron con el sarcófago de San Lorenzo y con la fuente central del Patio de los Naranjos de Sevilla. Sin embargo, no todos los estudiosos aceptaron ese juicio, tal vez excesivamente formalista, y desde muy pronto se pusieron reparos que, en cierto modo, estaban justificados por los problemas que siempre hay para relacionar la realización de un pieza con la estratigrafía de aparición.
Morillo y Salido, en su trabajo sobre estos elementos publicado en el año 2011 ("Labra de época romana en Hispania", Archivo Español de Arqueología, 2011, 84, p. 153-178), comentaban, tal vez, con animosidad contenida lo siguiente:
"En la provincia de la Baetica se han constatado por el momento tres labra en ámbito privado. Uno
de ellos fue hallado en la llamada Casa de Mitra (Cabra, Córdoba). Repartidos por toda la superficie de la excavación se hallaron diversos fragmentos pertenecientes a una taza de fuente tallada en una sola pieza de piedra caliza, lisa por dentro y con su exterior decorado con motivos geométricos y vegetales estilizados. Junto al borde denticulado corren una pareja de molduras sogueadas y otra en zig-zag, a juego con el filo de dientes que limita el resto de la decoración. El elemento básico de ésta consiste en un disco de molduras concéntricas, rodeado de hojas, formando una especie de gran flor estilizada (Blanco Freijeiro et alii 1972: 318, lám. XXVI, fig. 14). Por su estilo decorativo se ha datado la pieza en el siglo III, pero no existe ningún dato estratigráfico que lo confirme."
Y reconocían que no habían tenido la oportunidad de ver los restos de la pieza en directo, tal vez porque la encontraron celosamente guardada en un museo cerrado por obras...
Anécdotas "estratégicas" y de señoríos territoriales al margen. lo cierto es que la falta de correspondencia entre los restos de ornamentación arquitectónica y los sedimentos asociados suele jugar en favor de que, en general, aquellos se valoren con demasiada alegría relacionándolos directamente con éstos, sin tomar en consideración que los objetos muebles como las pilas, los ladrillos impresos o, incluso, los capiteles, pueden haber sido reutilizados y que desde esa cualidad, siempre debe imponerse un margen de garantía que, casi siempre, debiera manifestarse en la misma dirección. Si un fragmento de pila aparece asociado a una moneda de Constantino, no tiene nada de particular que le fuente original, sobre todo si tenía cualidades excepcionales, hubiera sido tallada cien o doscientos años antes de la acuñación de la moneda.
Recuerdo que hace años, cierto ilustre colega rebatía este argumento mediante las posibilidades del rigor científico asociado a la contrastación de hipótesis, y que entre los dos compusimos un sainete afín al escenificado por Herzog cuando narró la historia de Gaspar Hauser (El enigma de Gaspar Hauser, Herzog, 1974). Mejor, no continuar por el camino de esta digresión para no ofender la inteligencia del lector...
Para mayor complejidad, también existe la posibilidad de que, como en el caso de la Casa del Mitra, en yacimientos de ocupación temporal muy dilatada, aparezcan diferentes fases de abandono y recuperación que hayan implicado labores de reconstrucción poco "cuidadosas" con las leyes de la sedimentación lineal. En ese caso podría suceder, como han supuesto algunos estudiosos, que el labrum no fuera realizado para las primeras edificaciones sino más bien para el complejo utilizado entre los siglos V y VII.
El montaje actual, que lo vincula de manera activa con la Casa de la Cultura, se inauguró el 28 de febrero de 2015, con marcada intención didáctica y elementos de cierta espectacularidad, entre los que destaca la reconstrucción, según fórmula romanas que me son muy familiares, del mitreo de la Villa del Mitra, de donde proceden algunos de los restos más relevantes del montaje.
Me ha sorprendido gratamente la manera de afrontar la catalogación de los restos de ornamentación arquitectónica, entre los que hay algunos que guardan estrecha relación con ciertos problemas mencionados frecuentemente en este blog. Así, por ejemplo, han agrupado tres capiteles y unos pocos fragmentos junto a una pared dedicada a la ornamentación arquitectónica, donde escuetamente se dice al visitante:
"DECORACIÓN ARQUITECTÓNICA
(ÉPOCA ROMANA)
Los edificios públicos de IGABRUM y sus principales casas (DOMUS) presentaban numerosos elementos decorativos en su arquitectura: basas, fustes, capiteles, cornisas...
Son piezas que copian los modelos que vienen de la ciudad de Roma"
CBR01 |
El segundo capitel (CB302) también es corintizante, aunque de un grupo ornamental diferente, que Pensabene definió como "volutas en S"; en este caso, el planteamiento estructural del capitel parece inclinarse hacia fórmulas menos relacionadas con la idea geométrica de las volutas, para recurrir a formas más "vegetales". Aunque el tratamiento escultórico es pobre, se advierten detalles como el tipo de acanto o lo marcado que está el labio del kalathos que debería imponernos no adelantar demasiado la cronología. El siglo II también marcaría una buena referencia para este capitel con rasgos que, incluso, podrían abrir la hipótesis de una cronología anterior; y de nuevo, debemos lamentarnos por la pérdida de la parte superior...
CBR02 |
En la Mezquita Mayor de Córdoba existen varios comparables; algunos, más similares aparentemente evolucionados, con talla aún más esquemática y otros de concepción estética prácticamente idéntica. El más parecido a éste de Cabra está, entre lo que recuerdo, en el Museo Arqueológico de Sevilla (SMA18). El de Cabra se distingue por un tratamiento algo más plástico y depurado, lo que, en principio, favorecería una cronología más temprana. en todo caso, la pérdida de volumen en la talla, orienta la realización de los dos hacia los alrededores del año 200.
CBR03 |
SMA18 |
CBR04 |
CBR05 |
Placa de los siglos II-III |
I"MPOSTA
(SIGLOS IV-VII d. C)
Esta pieza arquitectónico remata la jamba de una puerta sirviendo de apoyo al arco, podemos considerar que formaría parte de un edificio religioso, quizás una iglesia.
Posteriormente fue reutilizada como contrapeso de una prensa de aceite" (sic)
Es muy posible que la prudencia esgrimida por los estudiosos que han trabajado los restos de Cabra tenga mucho que ver con un problema "endiablado" que, asimismo, ha hecho las delicias de este discreto amanuense: una de las piezas más interesantes del museo es, precisamente, uno de esos objetos que, como la piedra Rosetta, contiene ciertas claves para ordenar con cierto fundamento el gigantesco rompecabezas de la ornamentación arquitectónica hispana entre los años 200 y 1000; y nadie piense que exagero al establecer un área de juego tan amplia, que obviamente guarda mucha relación con el "territorio" definido en este blog. Se trata de un labrum (vaso de jardín o de patio grande), que apareció fragmentado en la Villa del Mitra, y que si no han recompuesto en su integridad durante los últimos años, al menos han conseguido que nos hagamos una idea muy aproximada de su concepción original. Cuando aparecieron los fragmentos, Blanco, García y Bendala concluyeron que el recipiente, tallado en una única pieza, debió ser realizado en la primera mitad del siglo III; y para justificar la clasificación, lo relacionaron con el sarcófago de San Lorenzo y con la fuente central del Patio de los Naranjos de Sevilla. Sin embargo, no todos los estudiosos aceptaron ese juicio, tal vez excesivamente formalista, y desde muy pronto se pusieron reparos que, en cierto modo, estaban justificados por los problemas que siempre hay para relacionar la realización de un pieza con la estratigrafía de aparición.
Morillo y Salido, en su trabajo sobre estos elementos publicado en el año 2011 ("Labra de época romana en Hispania", Archivo Español de Arqueología, 2011, 84, p. 153-178), comentaban, tal vez, con animosidad contenida lo siguiente:
"En la provincia de la Baetica se han constatado por el momento tres labra en ámbito privado. Uno
de ellos fue hallado en la llamada Casa de Mitra (Cabra, Córdoba). Repartidos por toda la superficie de la excavación se hallaron diversos fragmentos pertenecientes a una taza de fuente tallada en una sola pieza de piedra caliza, lisa por dentro y con su exterior decorado con motivos geométricos y vegetales estilizados. Junto al borde denticulado corren una pareja de molduras sogueadas y otra en zig-zag, a juego con el filo de dientes que limita el resto de la decoración. El elemento básico de ésta consiste en un disco de molduras concéntricas, rodeado de hojas, formando una especie de gran flor estilizada (Blanco Freijeiro et alii 1972: 318, lám. XXVI, fig. 14). Por su estilo decorativo se ha datado la pieza en el siglo III, pero no existe ningún dato estratigráfico que lo confirme."
Y reconocían que no habían tenido la oportunidad de ver los restos de la pieza en directo, tal vez porque la encontraron celosamente guardada en un museo cerrado por obras...
Anécdotas "estratégicas" y de señoríos territoriales al margen. lo cierto es que la falta de correspondencia entre los restos de ornamentación arquitectónica y los sedimentos asociados suele jugar en favor de que, en general, aquellos se valoren con demasiada alegría relacionándolos directamente con éstos, sin tomar en consideración que los objetos muebles como las pilas, los ladrillos impresos o, incluso, los capiteles, pueden haber sido reutilizados y que desde esa cualidad, siempre debe imponerse un margen de garantía que, casi siempre, debiera manifestarse en la misma dirección. Si un fragmento de pila aparece asociado a una moneda de Constantino, no tiene nada de particular que le fuente original, sobre todo si tenía cualidades excepcionales, hubiera sido tallada cien o doscientos años antes de la acuñación de la moneda.
Recuerdo que hace años, cierto ilustre colega rebatía este argumento mediante las posibilidades del rigor científico asociado a la contrastación de hipótesis, y que entre los dos compusimos un sainete afín al escenificado por Herzog cuando narró la historia de Gaspar Hauser (El enigma de Gaspar Hauser, Herzog, 1974). Mejor, no continuar por el camino de esta digresión para no ofender la inteligencia del lector...
Para mayor complejidad, también existe la posibilidad de que, como en el caso de la Casa del Mitra, en yacimientos de ocupación temporal muy dilatada, aparezcan diferentes fases de abandono y recuperación que hayan implicado labores de reconstrucción poco "cuidadosas" con las leyes de la sedimentación lineal. En ese caso podría suceder, como han supuesto algunos estudiosos, que el labrum no fuera realizado para las primeras edificaciones sino más bien para el complejo utilizado entre los siglos V y VII.
En la actualidad parece ser que los técnicos del Museo de Cabra se inclinan por esta ultima cronología... en proceso de valoración acelerado, si se me permite la broma. En 2009 se expresaban del siguiente modo: "A la hora de fechar la pieza no existe acuerdo, pus, si bien hay quien la sitúa en la primera mitad del siglo III, otros la consideran muy posterior, es decir, obra del Bajo Imperio y, por lo tanto, de ya entrado el siglo V, apoyados en el sogueado, el motivo discoidal y el estilo general de la pieza" (Museo Egabrense. Plan museológico)
Sin embargo, en el montaje museístico actual (¿definitivo?), la cartela dice: "Labrum (Siglo VII d.C.) Villa del Mitra. Recipiente para contener agua, tallado en una sola pieza de piedra caliza. Puede asociarse al hallazgo de otras piezas pertenecientes a una iglesia de Época Visigoda (sic): canceles, cruces caladas, y tapa de sarcófago".
Confieso que, en este caso, me siento más próximo a las actuales tesis del Museo que a las de los primeros excavadores por razones que tienen mucha relación con el tipo de talla aplicado a la superficie de la caliza y, desde luego, por el repertorio ornamental, en el que destacan formaciones vegetales muy estilizadas, mas propias del fin de la Antigüedad que de la primera mitad del siglo III. Los juegos de vénulas paralelas son relativamente frecuentes en la ornamentación arquitectónica, al menos, desde el siglo IV (según mis propias hipótesis). Las rosetas, los frisos dentelleados y la moldura en zigzag forman parte del repertorio helenístico desde tiempo "inmemorial".
Además está el "doble sogueado" que, en otro contexto hubiera hecho pensar en "lo mozárabe"; en éste, nos remite a posibles influencias bizantinas que, sin embargo y como es común en toda Andalucía (al menos, hasta lo que conozco), no se manifiesta con la claridad que encontraríamos en el sur de Italia y en el norte de África.
En suma, de acuerdo con lo que he planteado en otras entradas, en este caso, la catalogación más probable apunta hacia los alrededores del año 500; momento de fuerte influjo cultural bizantino que, en esta zona de la geografía hispana, se dejó sentir con no demasiada fuerza pero sí con cierta claridad, al menos, en el territorio de la ornamentación arquitectónica.
No obstante, teniendo en cuenta el trabajo de los primeros excavadores —que no debiera despreciarse alegremente—, acaso deberíamos dejar en la antesala la hipótesis mencionada por ellos, porque todos los elementos que aparecen en la pila están documentados en el repertorio del ornato arquitectónico romano, al menos, desde el cambio de era; incluso el "doble sogueado", tal y como ya tuve la oportunidad de indicar en una enrtada anterior.
Me compromento a complementar esta entrada lo antes posible con un breve análisis sobre la pila de Sevilla, que siempre me ha infundido ciertos recelos... Mientras tanto y, como de costumbre, sin ánimo de agotas asunto alguno, me gustaría dejar constancia de que el Museo Arqueológico Municipal de Cabra me parece un magnífico ejemplo de lo que se puede hacer en materia de gestión arqueológica desde los actuales Ayuntamientos, que mueven presupuestos de orden cuantitativo muy superior a las necesidades de estas, por lo general, discretas instituciones. Sólo tengo un reparo que poner a la instalación museológráfica del Museo Arqueológico Municipal de Cabra: acaso debieran emplear un diseño de la cartelería diferente: no sé si son los tipos de letra o el color de las cartelas o... .
Sin embargo, en el montaje museístico actual (¿definitivo?), la cartela dice: "Labrum (Siglo VII d.C.) Villa del Mitra. Recipiente para contener agua, tallado en una sola pieza de piedra caliza. Puede asociarse al hallazgo de otras piezas pertenecientes a una iglesia de Época Visigoda (sic): canceles, cruces caladas, y tapa de sarcófago".
Confieso que, en este caso, me siento más próximo a las actuales tesis del Museo que a las de los primeros excavadores por razones que tienen mucha relación con el tipo de talla aplicado a la superficie de la caliza y, desde luego, por el repertorio ornamental, en el que destacan formaciones vegetales muy estilizadas, mas propias del fin de la Antigüedad que de la primera mitad del siglo III. Los juegos de vénulas paralelas son relativamente frecuentes en la ornamentación arquitectónica, al menos, desde el siglo IV (según mis propias hipótesis). Las rosetas, los frisos dentelleados y la moldura en zigzag forman parte del repertorio helenístico desde tiempo "inmemorial".
Además está el "doble sogueado" que, en otro contexto hubiera hecho pensar en "lo mozárabe"; en éste, nos remite a posibles influencias bizantinas que, sin embargo y como es común en toda Andalucía (al menos, hasta lo que conozco), no se manifiesta con la claridad que encontraríamos en el sur de Italia y en el norte de África.
En suma, de acuerdo con lo que he planteado en otras entradas, en este caso, la catalogación más probable apunta hacia los alrededores del año 500; momento de fuerte influjo cultural bizantino que, en esta zona de la geografía hispana, se dejó sentir con no demasiada fuerza pero sí con cierta claridad, al menos, en el territorio de la ornamentación arquitectónica.
No obstante, teniendo en cuenta el trabajo de los primeros excavadores —que no debiera despreciarse alegremente—, acaso deberíamos dejar en la antesala la hipótesis mencionada por ellos, porque todos los elementos que aparecen en la pila están documentados en el repertorio del ornato arquitectónico romano, al menos, desde el cambio de era; incluso el "doble sogueado", tal y como ya tuve la oportunidad de indicar en una enrtada anterior.
Para finalizar
Me compromento a complementar esta entrada lo antes posible con un breve análisis sobre la pila de Sevilla, que siempre me ha infundido ciertos recelos... Mientras tanto y, como de costumbre, sin ánimo de agotas asunto alguno, me gustaría dejar constancia de que el Museo Arqueológico Municipal de Cabra me parece un magnífico ejemplo de lo que se puede hacer en materia de gestión arqueológica desde los actuales Ayuntamientos, que mueven presupuestos de orden cuantitativo muy superior a las necesidades de estas, por lo general, discretas instituciones. Sólo tengo un reparo que poner a la instalación museológráfica del Museo Arqueológico Municipal de Cabra: acaso debieran emplear un diseño de la cartelería diferente: no sé si son los tipos de letra o el color de las cartelas o... .
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