Se abrió en su localización actual hace pocos años (2007), reutilizando el edificio Pallarés, construido en 1922 (Manuel de Cárdenas) para ser almacén de ferretería... Y es sabido que si un edificio sirve bien para almacenar tornillos, clavos y herramientas, es ideal como museo, porque las servidumbres son muy parecidas. La cuestión clave es tener capacidad de almacenamiento. Se colocan unas cuantas estanterías, otras tantas vitrinas, se coloca un cartel en la puerta y voilà: ya tenemos museo.
Ofrece buen aspecto general y los asuntos museográficos y museísticos —en lo que puede observar el visitante— están mejor cuidados que en otros de la misma región. La información de las cartelas, aunque sea discutible en algunos casos, es bastante completa y, salvo en algunas partes, hay iluminación suficiente para hacer fotos sin forzar la velocidad ni el diafragma. Quienes vigilan ofrecen sugerencias con suma amabilidad.
Está organizado en varias plantas y, como es habitual en Castilla-León, la comunicación vertical procede mediante escaleras —no muy penosas en éste—, aunque existen ascensores de uso restringido, seguramente para quienes acudan en silla de ruedas.
La planta más baja está ocupada por un "almacén visitable" —¿tipo ferretería?—, con el lapidario y algunos objetos más de naturaleza diversa. A petición de los visitantes, los vigilantes pueden activar un "espectáculo de luz y sonido", que convierte el lapidario en un escenario sobre el que se desarrolla un guión de inclinación poética, que me recordó algunos "documentales" (falsos documentales) en formato vídeo, que suelen pasar en las televisiones autonómicas o en las salas de vídeo de los "centros de interpretación", y, a cierta distancia, el de Aguilar de Campoo. Por supuesto, mientras el programa está activo, el lapidario se queda a oscuras...
También como es habitual en Castilla y León, la concepción del museo no parece pensada para dar respuesta a una actividad arqueológica de cierto nivel... acaso porque para "los ferreteros", para quienes deciden sobre esos asuntos, no es prioritario profundizar en el conocimiento del pasado; es mucho más barato imaginarlo a conveniencia....
Me interesaron especialmente varias piezas, que mencionaré en otro momento. Entre ellas, los capiteles "mozárabes" de Sahagún (dos de San Benito) y Nava de los Caballeros (Eslonza?), que siguen clasificando en el siglo X, hacia 930. Me excuso por no reiterar análisis que ya he ofrecido muchas veces y que culminan en señalar que no tienen ninguna influencia cordobesa y sí mucha relación con modelos bizantinos de los siglos V y VI y que, por consiguiente, es absurdo adjudicarlos al ciclo cultural mozárabe o intentar solventar los problemas de adjudicación apostando por "el punto medio", como han propuesto algunos estudiosos recientemente. Lo más probable es que todos fueran realizados durante el siglo VI y que estuvieran relacionados con un "influjo bizantino" vinculado con la expansión religiosa y militar (o religioso-militar) de Justiniano. Los de Sahagún, con modelo derivado de las variedades "corintizantes asiáticas", podrían ser los más antiguos de toda la serie "mozárabe".
El cancel de San Adrián de Bozar marca muy bien las diferencias entre las posibilidades estéticas y técnicas que tenían quienes hicieron los capiteles anteriores y quienes hicieron piezas como ésta. Aunque existe cierta proximidad en la temática ornamental elegida, la diferencia, la distancia cultural es manifiesta. Este cancel podría haber sido realizado hacia el año 1000, cuando se recuperó el culto cristiano en tierras de León y Castilla, según fórmulas aún no condicionadas por el influjo de Cluny, y se construyeron nuevas iglesias o se "restauraron" las antiguas. Quedaría una posibilidad (de orden menor) para atribuirle una cronología anterior al año 711 porque sólo aparecen elementos frecuentes en el lapidario cristiano anterior a la llegada de los musulmanes; las aves picoteando son asunto habitual en otras regiones de la península Ibérica, especialmente en la Bética. Forzando los términos —no demasiado— acaso se pudiera hablar aquí de "mozarabismo" con un sentido diferente al más habitual... Sabiendo que muchos leones formaron parte de las tropas califales —sobre todo, en la época de Almanzor— nada tendría de particular que hubieran "tomado nota" cuando vivieron en Córdoba y hubieran repetido las fórmulas iconográficas al regresar a sus tierras, una vez licenciados...
Hay dos fragmentos de capitel procedentes de Marialba de la Ribera colocados en un vitrina de precisión laxa: "siglos V-X". Del primero no se aprecian bien sus cualidades, pero parece derivado del orden corintio, con rasgos de torpeza en la talla; tiene un ábaco moldurado, con "brazos" fuertemente articulados. Seguramente es anterior al límite supuesto por el museo: los alrededores del año 400 pueden ser buena referencia de ubicación. El segundo fragmento sólo contiene la "vuelta de dos hojas", sin otra decoración que las venillas centrales. No creo que su realización fuera muy alejada del anterior.
Algo parecido sucede con otro capitel muy erosionado procedente de Astorga ("Hallazgo fortuito en las inmediaciones de Astorga", reza la cartela), que muestra trazas circulares en la superficie del ábaco, también con brazos de fuerte curvatura y cruz de cartelas de líneas paralelas. Aunque la estructura del "orden" (no parece derivar del orden corintio sino de las variedades corintizantes) permite pensar en otras piezas hispanas, dado el estado de conservación, sería demasiado aventurado ir más allá de la cronología propuesta por el museo: también el año 400 es buena referencia.
Existe un capitel procedente de la antigua catedral románica de León, muy erosionado, con motivos animados que se han interpretado como "¿Daniel entre los Leones?". Lo poco que se puede percibir informa de una técnica de talla sumamente burda y de fórmulas iconográficas muy esquematizadas. Es tentador relacionarlo con San Pedro de la Nave, asumiendo que la adjudicación al siglo XI estaría informando de un fenómeno cultural prerrománico, derivado de lo asturiano y, de momento, documentado en la pequeña iglesia de Zamora, acaso en Quintanilla de las Viñas y en algún otro lugar no muy alejado mediante restos sueltos y descontextualizados.
Lo más sorprendente del montaje museístico es la parte dedicada a las culturas de judíos y musulmanes, equiparadas y agrupadas con un título muy curioso: «Los "diferentes": judíos y musulmanes». La inclusión del término "diferentes" entre comillas parece un gesto concebido para justificar que el juicio implícito en el uso de las palabras es "ajeno" y no "propio", pero lo cierto es que el contenido de esa parte del museo está manifiestamente desequilibrado, acaso para forzar un panorama histórico diferente del que ofrece la Edad Media hispana mediante los muy abundantes restos mudéjares. La cultura material asociada al fenómeno islámico de la península Ibérica es incomparable con la correspondiente a lo judío, por mucho que Américo Castro, por razones de conveniencia estratégica, enfatizara este componente en la génesis de la cultura española durante la Edad Media. La aportación cultural judía fue muy relevante en Toledo y, por supuesto, en Andalucía, pero no tanto en Castilla.
¿"Diferentes"? Es obvio que la implantación de los musulmanes no fue muy grande en las tierras leonesas, pero los 300 años de vinculación a Córdoba deberían estar mejor documentados en el museo. La idea fáctica derivada del "concepto" de "reconquista", según la cual entre el 711 y el año 1000 casi todos los leoneses eran mozárabes, es insostenible; basta advertir que en la meseta norte han aparecido pocos restos explícitamente cristianos anteriores al año 1000: apenas alguna lápida sepulcral y algún otro elemento suelto son datos que, junto con las preocupaciones recogidas en los concilios de Toledo sobre la pervivencia del paganismo, permiten suponer un grado bajo de cristianización cuando toda la zona dependía política y administrativamente de Córdoba. Con los datos arqueológicos en la mano, se podría, incluso, ofrecer un "modelo de evolución religiosa" diferente del que "todo el mundo" imagina... ¿Se me entiende?
El único dato arqueológico aparentemente sólido en la dirección del "mozarabismo leonés" sería la iglesia de San Salvador de Palat del Rey, fechada entre 910 y 951, que ha llegado a nuestros días con demasiadas reformas. Lo que se conserva junto con lo que han revelado las excavaciones no da para hablar de influjos culturales islámicos, pero sí de fórmulas comunes en las villas, es decir, de pervivencias tardorromanas.
Acaso para compensar la carga "cristianocéntrica" de la vitrina de "los diferentes", existe un panel titulado "Feudalización y mudejarismo". El contenido de la cartela, que une un texto curioso y divertido del siglo XV con un comentario de matices aparentemente progresistas, afronta la relación entre el sistema señorial y los mudéjares con exceso de generalización:
"Conviene bien tal semejança a los estados del mundo, señaladamente al de los labradores que no se deven dar a delicadamente bevir nin estar en oçiosidat o en vano. Ca el su estado requiere que trabajen e coman gruesas viandas e vistan non delicadas vestiduras... E si non fuese por el trabajo e aspereza de la vida caerían de la oçiosidad en pereza e de la pereza prestamente en luxuria." (Enrique de Villena, Los doze trabajos de Hércules, s. XV)
"Pese a la gran historia sobre reyes, batallas, santos y leyendas que domina el imaginario colectivo, la Edad Media es una época de grandes anonimatos. La inmensa mayoría de la población, ese pueblo llano de laboratores que trabaja para sostener a los otros dos estamentos —nobiliar y clerical—, es la gran desconocida de este tiempo. Analfabetos y destinados a una vida rutinaria y ruda, campesinos, menesterosos, artesanos o tenderos nos han dejado apenas objetos de uso cotidiano, en apariencia anodinos y desbaratados, que permiten recomponer una intrahistoria apasionantes.
Sin embargo, en ese océano de hombres sin nombre ocasionalmente encontramos sobresaltos: revueltas campesinas contra el dominio feudal, persecuciones contra las minorías ricas o querellas señoriales armadas."
El texto se podría aplicar a cualquier lugar de la Europa medieval, porque no afronta lo que es más específico de la península Ibérica, que determina algunas de las cualidades más interesantes de nuestro arte medieval, invariablemente relacionadas con el influjo de Al-Ándalus. Ese es el caso, por ejemplo, de la "obra maestra" que ofrece el museo en esta planta: el Cristo de Carrizo. Es obra de marfil de singular calidad, atribuida al último cuarto del siglo XI, y se ofrece al público con el siguiente texto:
"Del exquisito obrador medieval de San Isidoro de León debió salir este Cristo, una de las piezas más sobresalientes de la Edad Media hispana. Su aspecto deviene monumental a pesar de sus reducidas dimensiones gracias a su enorme expresividad, acentuada por las pupilas de azabache sobre hilo de oro. En su dorso no labrado comprobamos la existencia de receptáculos, relicarios para el lignum crucis que permiten postrarse ante un objeto sagrado, no ante un icono o un ídolo. Es la puerta por la que, desde la cruz desnuda, aparecerá el crucificado, para ir humanizándose de forma progresiva"
¿"Enorme expresividad"? Entiendo que la imagen se distingue por lo que es habitual en la iconografía religiosa de esa época: los ojos grandes y almendrados no están enfatizados por cejas "expresivas" como las que encontramos en Tahull; y lo mismo podríamos decir del resto de los rasgos de la fisonomía. Me temo que, en este caso, la expresividad posiblemente fue aportada por quien escribió el texto, que proyectó en él sus propios sentimientos... No parece un texto de historia del arte, sino de dogma católico no sé si afortunado... ¿Los cristianos deben postrarse ante los "objetos sagrados"? Dejando para mentes más preclaras en la cuestión estrictamente religiosa, me ha llamado especialmente la atención que no se relacione la talla de esta imagen con las derivaciones de los talleres califales o taifas, tan relevantes en la aparición de la eboraria cristiana de la península Ibérica. La relación con el crucifijo de don Fernando y doña Sancha es patente (paralelismo de los detalles: peinado de los cabellos, misma concepción general), aunque en éste no exista (no se haya conservado) la cruz, que acaso hubiera reforzado el rezago "mozárabe" (islámico).
¿Influencias de "los diferentes" en un Cristo tan maravillosos? ¡Qué barbaridad!
Ofrece buen aspecto general y los asuntos museográficos y museísticos —en lo que puede observar el visitante— están mejor cuidados que en otros de la misma región. La información de las cartelas, aunque sea discutible en algunos casos, es bastante completa y, salvo en algunas partes, hay iluminación suficiente para hacer fotos sin forzar la velocidad ni el diafragma. Quienes vigilan ofrecen sugerencias con suma amabilidad.
Está organizado en varias plantas y, como es habitual en Castilla-León, la comunicación vertical procede mediante escaleras —no muy penosas en éste—, aunque existen ascensores de uso restringido, seguramente para quienes acudan en silla de ruedas.
La planta más baja está ocupada por un "almacén visitable" —¿tipo ferretería?—, con el lapidario y algunos objetos más de naturaleza diversa. A petición de los visitantes, los vigilantes pueden activar un "espectáculo de luz y sonido", que convierte el lapidario en un escenario sobre el que se desarrolla un guión de inclinación poética, que me recordó algunos "documentales" (falsos documentales) en formato vídeo, que suelen pasar en las televisiones autonómicas o en las salas de vídeo de los "centros de interpretación", y, a cierta distancia, el de Aguilar de Campoo. Por supuesto, mientras el programa está activo, el lapidario se queda a oscuras...
También como es habitual en Castilla y León, la concepción del museo no parece pensada para dar respuesta a una actividad arqueológica de cierto nivel... acaso porque para "los ferreteros", para quienes deciden sobre esos asuntos, no es prioritario profundizar en el conocimiento del pasado; es mucho más barato imaginarlo a conveniencia....
Me interesaron especialmente varias piezas, que mencionaré en otro momento. Entre ellas, los capiteles "mozárabes" de Sahagún (dos de San Benito) y Nava de los Caballeros (Eslonza?), que siguen clasificando en el siglo X, hacia 930. Me excuso por no reiterar análisis que ya he ofrecido muchas veces y que culminan en señalar que no tienen ninguna influencia cordobesa y sí mucha relación con modelos bizantinos de los siglos V y VI y que, por consiguiente, es absurdo adjudicarlos al ciclo cultural mozárabe o intentar solventar los problemas de adjudicación apostando por "el punto medio", como han propuesto algunos estudiosos recientemente. Lo más probable es que todos fueran realizados durante el siglo VI y que estuvieran relacionados con un "influjo bizantino" vinculado con la expansión religiosa y militar (o religioso-militar) de Justiniano. Los de Sahagún, con modelo derivado de las variedades "corintizantes asiáticas", podrían ser los más antiguos de toda la serie "mozárabe".
El cancel de San Adrián de Bozar marca muy bien las diferencias entre las posibilidades estéticas y técnicas que tenían quienes hicieron los capiteles anteriores y quienes hicieron piezas como ésta. Aunque existe cierta proximidad en la temática ornamental elegida, la diferencia, la distancia cultural es manifiesta. Este cancel podría haber sido realizado hacia el año 1000, cuando se recuperó el culto cristiano en tierras de León y Castilla, según fórmulas aún no condicionadas por el influjo de Cluny, y se construyeron nuevas iglesias o se "restauraron" las antiguas. Quedaría una posibilidad (de orden menor) para atribuirle una cronología anterior al año 711 porque sólo aparecen elementos frecuentes en el lapidario cristiano anterior a la llegada de los musulmanes; las aves picoteando son asunto habitual en otras regiones de la península Ibérica, especialmente en la Bética. Forzando los términos —no demasiado— acaso se pudiera hablar aquí de "mozarabismo" con un sentido diferente al más habitual... Sabiendo que muchos leones formaron parte de las tropas califales —sobre todo, en la época de Almanzor— nada tendría de particular que hubieran "tomado nota" cuando vivieron en Córdoba y hubieran repetido las fórmulas iconográficas al regresar a sus tierras, una vez licenciados...
Hay dos fragmentos de capitel procedentes de Marialba de la Ribera colocados en un vitrina de precisión laxa: "siglos V-X". Del primero no se aprecian bien sus cualidades, pero parece derivado del orden corintio, con rasgos de torpeza en la talla; tiene un ábaco moldurado, con "brazos" fuertemente articulados. Seguramente es anterior al límite supuesto por el museo: los alrededores del año 400 pueden ser buena referencia de ubicación. El segundo fragmento sólo contiene la "vuelta de dos hojas", sin otra decoración que las venillas centrales. No creo que su realización fuera muy alejada del anterior.
Algo parecido sucede con otro capitel muy erosionado procedente de Astorga ("Hallazgo fortuito en las inmediaciones de Astorga", reza la cartela), que muestra trazas circulares en la superficie del ábaco, también con brazos de fuerte curvatura y cruz de cartelas de líneas paralelas. Aunque la estructura del "orden" (no parece derivar del orden corintio sino de las variedades corintizantes) permite pensar en otras piezas hispanas, dado el estado de conservación, sería demasiado aventurado ir más allá de la cronología propuesta por el museo: también el año 400 es buena referencia.
Existe un capitel procedente de la antigua catedral románica de León, muy erosionado, con motivos animados que se han interpretado como "¿Daniel entre los Leones?". Lo poco que se puede percibir informa de una técnica de talla sumamente burda y de fórmulas iconográficas muy esquematizadas. Es tentador relacionarlo con San Pedro de la Nave, asumiendo que la adjudicación al siglo XI estaría informando de un fenómeno cultural prerrománico, derivado de lo asturiano y, de momento, documentado en la pequeña iglesia de Zamora, acaso en Quintanilla de las Viñas y en algún otro lugar no muy alejado mediante restos sueltos y descontextualizados.
Lo más sorprendente del montaje museístico es la parte dedicada a las culturas de judíos y musulmanes, equiparadas y agrupadas con un título muy curioso: «Los "diferentes": judíos y musulmanes». La inclusión del término "diferentes" entre comillas parece un gesto concebido para justificar que el juicio implícito en el uso de las palabras es "ajeno" y no "propio", pero lo cierto es que el contenido de esa parte del museo está manifiestamente desequilibrado, acaso para forzar un panorama histórico diferente del que ofrece la Edad Media hispana mediante los muy abundantes restos mudéjares. La cultura material asociada al fenómeno islámico de la península Ibérica es incomparable con la correspondiente a lo judío, por mucho que Américo Castro, por razones de conveniencia estratégica, enfatizara este componente en la génesis de la cultura española durante la Edad Media. La aportación cultural judía fue muy relevante en Toledo y, por supuesto, en Andalucía, pero no tanto en Castilla.
¿"Diferentes"? Es obvio que la implantación de los musulmanes no fue muy grande en las tierras leonesas, pero los 300 años de vinculación a Córdoba deberían estar mejor documentados en el museo. La idea fáctica derivada del "concepto" de "reconquista", según la cual entre el 711 y el año 1000 casi todos los leoneses eran mozárabes, es insostenible; basta advertir que en la meseta norte han aparecido pocos restos explícitamente cristianos anteriores al año 1000: apenas alguna lápida sepulcral y algún otro elemento suelto son datos que, junto con las preocupaciones recogidas en los concilios de Toledo sobre la pervivencia del paganismo, permiten suponer un grado bajo de cristianización cuando toda la zona dependía política y administrativamente de Córdoba. Con los datos arqueológicos en la mano, se podría, incluso, ofrecer un "modelo de evolución religiosa" diferente del que "todo el mundo" imagina... ¿Se me entiende?
El único dato arqueológico aparentemente sólido en la dirección del "mozarabismo leonés" sería la iglesia de San Salvador de Palat del Rey, fechada entre 910 y 951, que ha llegado a nuestros días con demasiadas reformas. Lo que se conserva junto con lo que han revelado las excavaciones no da para hablar de influjos culturales islámicos, pero sí de fórmulas comunes en las villas, es decir, de pervivencias tardorromanas.
Acaso para compensar la carga "cristianocéntrica" de la vitrina de "los diferentes", existe un panel titulado "Feudalización y mudejarismo". El contenido de la cartela, que une un texto curioso y divertido del siglo XV con un comentario de matices aparentemente progresistas, afronta la relación entre el sistema señorial y los mudéjares con exceso de generalización:
"Conviene bien tal semejança a los estados del mundo, señaladamente al de los labradores que no se deven dar a delicadamente bevir nin estar en oçiosidat o en vano. Ca el su estado requiere que trabajen e coman gruesas viandas e vistan non delicadas vestiduras... E si non fuese por el trabajo e aspereza de la vida caerían de la oçiosidad en pereza e de la pereza prestamente en luxuria." (Enrique de Villena, Los doze trabajos de Hércules, s. XV)
"Pese a la gran historia sobre reyes, batallas, santos y leyendas que domina el imaginario colectivo, la Edad Media es una época de grandes anonimatos. La inmensa mayoría de la población, ese pueblo llano de laboratores que trabaja para sostener a los otros dos estamentos —nobiliar y clerical—, es la gran desconocida de este tiempo. Analfabetos y destinados a una vida rutinaria y ruda, campesinos, menesterosos, artesanos o tenderos nos han dejado apenas objetos de uso cotidiano, en apariencia anodinos y desbaratados, que permiten recomponer una intrahistoria apasionantes.
Sin embargo, en ese océano de hombres sin nombre ocasionalmente encontramos sobresaltos: revueltas campesinas contra el dominio feudal, persecuciones contra las minorías ricas o querellas señoriales armadas."
El texto se podría aplicar a cualquier lugar de la Europa medieval, porque no afronta lo que es más específico de la península Ibérica, que determina algunas de las cualidades más interesantes de nuestro arte medieval, invariablemente relacionadas con el influjo de Al-Ándalus. Ese es el caso, por ejemplo, de la "obra maestra" que ofrece el museo en esta planta: el Cristo de Carrizo. Es obra de marfil de singular calidad, atribuida al último cuarto del siglo XI, y se ofrece al público con el siguiente texto:
"Del exquisito obrador medieval de San Isidoro de León debió salir este Cristo, una de las piezas más sobresalientes de la Edad Media hispana. Su aspecto deviene monumental a pesar de sus reducidas dimensiones gracias a su enorme expresividad, acentuada por las pupilas de azabache sobre hilo de oro. En su dorso no labrado comprobamos la existencia de receptáculos, relicarios para el lignum crucis que permiten postrarse ante un objeto sagrado, no ante un icono o un ídolo. Es la puerta por la que, desde la cruz desnuda, aparecerá el crucificado, para ir humanizándose de forma progresiva"
¿"Enorme expresividad"? Entiendo que la imagen se distingue por lo que es habitual en la iconografía religiosa de esa época: los ojos grandes y almendrados no están enfatizados por cejas "expresivas" como las que encontramos en Tahull; y lo mismo podríamos decir del resto de los rasgos de la fisonomía. Me temo que, en este caso, la expresividad posiblemente fue aportada por quien escribió el texto, que proyectó en él sus propios sentimientos... No parece un texto de historia del arte, sino de dogma católico no sé si afortunado... ¿Los cristianos deben postrarse ante los "objetos sagrados"? Dejando para mentes más preclaras en la cuestión estrictamente religiosa, me ha llamado especialmente la atención que no se relacione la talla de esta imagen con las derivaciones de los talleres califales o taifas, tan relevantes en la aparición de la eboraria cristiana de la península Ibérica. La relación con el crucifijo de don Fernando y doña Sancha es patente (paralelismo de los detalles: peinado de los cabellos, misma concepción general), aunque en éste no exista (no se haya conservado) la cruz, que acaso hubiera reforzado el rezago "mozárabe" (islámico).
¿Influencias de "los diferentes" en un Cristo tan maravillosos? ¡Qué barbaridad!
Estimado don Marcelo,
ResponderEliminarHe podido leer su comentario sobre el museo y le señalo este dato: los ascensores del museo no son de uso restringido. De los tres existentes sólo uno lo es y así se señaliza en él, aunque nadie impide que también éste sea utilizado por el público. Le agradezco, por otro lado, que alabe la actitud del personal de sala.
En cuanto al resto del contenido, no comentaré sus opiniones, pues cada uno tenemos las nuestras y, según la mía, la mayoría de las que manifiesta son tan atinadas y ofrecen tantos argumentos como el asunto de los ascensores.
Atentamente,
Luis Grau, “ferretero” del museo.
Estimado don Luis:
EliminarVeo que no le falta sentido del humor. Me alegro mucho.
Intentaré responderle concisamente, aunque su breve comentario daría para ilustrar una tesis doctoral sobre las relaciones de los directores de museos con quienes los visitan:
1. Deseo agradecerle públicamente que haya destinado un hueco en sus múltiples actividades para contestar a un comentario "marginal" (por emplear un calificativo suave); seguro que todos los días se publican en Internet muchos comentarios como éste, más sensatos que éste y aún más insensatos.
2, Asimismo, deseo incrementar un grado en agradecimiento por la aclaración sobre el asunto de los ascensores. Pagué la penitencia impuesta por mi despiste subiendo y bajando más escaleras de las debidas; cuando regrese —lo antes posible—, utilizaré los ascensores.
3. ¿Opiniones? No, no son opiniones. No soy periodista ni político y creo que usted tampoco. ¿O sí? Lo que expongo en esta entrada son razonamientos argumentados —someramente, como impone el medio—, que pueden estar equivocados; de hecho, me equivoco con más frecuencia de la que conviene a mi autoestima; unas veces en las apreciaciones —como en el caso de los ascensores—; otras en el análisis y otras más en el establecimiento de relaciones entre las variables extraídas o deducidas de éste. Y entiendo que usted, en lugar de recurrir a las fórmulas habituales entre políticos, podría ayudarme a salir de esos posibles errores igual que ha hecho con los ascensores. Por ejemplo, indicándome que durante los últimos años se han encontrado multitud de lápidas cristinas realizadas antes del siglo X en tierras leonesas; por ejemplo, indicándome que han aparecido capiteles parecidos a los de Sahagún en contextos arqueológicos del siglo X; por ejemplo, exponiendo que algún historiador ha demostrado que las fuentes árabes mienten cuando hablan de los pobladores de las "tierras leonesas" (espero y deseo que aprecie el matiz de colocar unas veces comillas y otras no); por ejemplo, mostrándome que ha aparecido un documento según el cual el obispo Rabí regresó de uno de sus viajes a Bizancio con una comunidad de monjes "griegos", y que éstos se establecieron en los territorios de la antigua diócesis de Astorga o en sus proximidades...
A lo mejor no es consciente de ello, pero su voluntad descalificadora avala mi hipótesis sobre el "exceso doctrinario" en algunos paneles del Museo de León. Las descalificaciones genéricas no dan buena imagen a un oficio con la responsabilidad social del suyo.
Estimado don Marcelo,
EliminarLe agradezco sus agradecimientos, por gratitud que no quede. En cuanto a sus restantes "razonamientos argumentados", permítame que discrepe, tanto del lugar para discutirlo como de la forma de hacerlo. Discúlpeme, pero no es éste el lugar para tratar tan detenidos asuntos. Un par de cosas sí le diré, emplazándole a que, en otra visita, podamos comnetarlas con calma y, quizás, un café: tanto la arqueología como los hallazgos que en los últimos años se han realizado en tierras leonesas avalan lo que se argumenta en los textos del museo, como así han reconocido y apoyado la inmensa mayoría de los profesionales que trabajan en estas tierras. Ejemplos no faltan, aunque no sea el museo lugar para aburrir al respetable esgrimiéndolos uno tras otro. Por cierto, que no entiendo como "formas habituales de los políticos" (que no lo soy, líbreme quien pueda)nada de lo que en mi contestación le comenté, pues únicamente me limité a rebatirle lo que eran datos obvios, dejando para el ámbito de lo debatible asuntos como los que usted menciona y de los cuales existen tan abundantes como conocidas voces mucho más autorizadas y documentadas que la mía. Tampoco quisiera que interpertase como genérica una descalificación que no existe (simplemente cuestioné su opinión...) y que, sin embargo, sí se deduce de sus palabras hacia esa mayoría inmensa de la investigación especializada a la cual (de forma implícita) usted acusa de un adoctrinamiento que usted mismo practica con fruición y sin recato (y con escaso método, añadiría). En todo caso, si usted salió del museo con tantas dudas como parece, el museo no debe estar tan mal pensado, pues esa es su misión fundamental: inquietar.
Atentamente.
Luis Grau
Estimado don Luis:
ResponderEliminarInsisto en agradecer y reconocer su buen tono y la paciencia en mantener una comunicación tan abierta.
Acaso no me haya explicado bien en lo de las "fórmulas de los políticos"... Entre ellos es habitual responder al comentario crítico con descalificaciones... Sé que en ciertos ambientes académicos y "culturales" también son frecuentes cosas parecidas, pero también sé que es fácil compensar las incomodidades personales —siempre molesta recibir críticas— dejando claro que no media voluntad de agravio personal. Por desgracia, en asuntos de conocimiento —de progreso del conocimiento—, la contrastación es un recurso imperativo y fundamental, por supuesto, si no se entiende como confrontación de "opiniones" (ver DRAE).
Dice: "Adoctrinamiento que usted mismo practica con fruición y sin recato (y con escaso método, añadiría)". Líneas atrás había dicho que "Tampoco quisiera que interpretase como genérica una descalificación que no existe (simplemente cuestioné su opinión...)". Si no hay método, no hay razonamiento, no puede haber argumentación. En eso consisten las descalificaciones políticas (en Tele 5 lo hacen con mucha frecuencia), en dinamitar tácita o expresamente la operatividad elemental del argumento ajeno; y esa fórmula es, precisamente, la que usted ha reiterado en el segundo comentario. En él sólo he encontrado un argumento: el de autoridad, formulado en clave vaga y elíptica. Durante el siglo XV casi todos los hombres sabios sabían que la Tierra era plana.
¿"Este no es el lugar para tratar tan detenidos asuntos"? Reconozco que yo también preferiría hablar de estas cosas directamente, con un café de por medio: podríamos establecer un ambiente menor protocolario (dejaríamos de llamarnos "don Luis" y "don Marcelo" —¡qué fuerte!—) más distendido, menos formalizado y hasta hacernos confidencias imposibles de poner por escrito, pero... Pero a mí me parece que este medio es particularmente adecuado para tratar asuntos como los que nos ocupan cuando lo ideal no es posible, porque es directo, elástico, fácil de emplear... Mucho me temo que el método de contrastación tradicional, substanciado en las publicaciones especializadas y en los congresos, va perdiendo operatividad a medida que los investigadores comprendan que, para romper la insularidad de la investigación tradicional y conectar con el interés de las personas curiosas y de cierto "nivel cultural o formativo" los blogs y las páginas webs son más prácticas.
(sigue)
(Es continuación)
ResponderEliminarEn ese sentido, lo que le exponía en la primera respuesta a su comentario estaba muy relacionado con algunas de las "anomalías epistemológicas" del "arte mozárabe", tal y como lo definió Gómez Moreno y como, por lo visto, siguen asumiendo muchos "especialistas", incluso aunque empleen términos diferentes. Mencionaré las que, al hilo de lo indicado en la entrada, tienen mayor relación:
1. El arte mozárabe no tiene prácticamente ningún componente cordobés (islámico), frente a lo que se debería esperar en objetos de cultura material realizados por personas familiarizadas con las formas, las herramientas, los medios... la cultura de Al-Ándalus. ¿Existen datos recientes que alteren esta circunstancia?
2. Las obras más relevantes del "arte mozárabe" han aparecido, precisamente, en zonas que durante la segunda mitad del siglo X no estaban controladas estrechamente por el poder califal; es decir, las iglesias no podían ser entendidas como "mozárabes", más que en detalles poco enfatizados por los especialistas ortodoxos. El caso de Melque sería un poco especial... ¿Se tienen datos nuevos sobre la estructura militar de Al-Ándalus durante el siglo X?
3. Creo que somos "bastantes" (no sé si muchos) los que entendemos que a Gómez Moreno se le fue la mano al forzar a creación de una "categoría cultural" que encajaba muy bien con la imagen que, en un momento determinado —que tal vez aún no haya finalizado—, se pretendía ofrecer de la historia española. En aquella época, esa imagen debía inclinarse hacia lo que nos aproximaba a Europa, más o menos como ahora, aunque para ello debiéramos renunciar a una parte de nuestro propio pasado. ¿Cree que esos prejuicios ya no existen?
4. El famoso y ya añejo conflicto entre Sánchez Albornoz y Américo Castro ha derivado en una situación tremendamente desequilibrada, por cuanto, como usted dice, casi todos los investigadores especializados, han seguido la línea del primero; tal vez porque aquel fue un investigador de metodología aparentemente "impecable" con gran proyección académica y éste, un ensayista. Sin embargo, algunas de las tesis de Sánchez Albornoz hoy parecen fantasías desbordadas, demasiado condicionadas por sus ideas y pretensiones políticas. Para colmo, durante los últimos años han aparecido nuevos impulsos de otra procedencia ideológica... Sé de un acreditado investigador —metodológicamente impecable— que dejó escrito que si creemos que se apareció la Virgen del Pilar por qué no podemos creer que ella ayudó a las tropas de don Pelayo. ¿Cree que ya se han terminado las "consecuencias" de ese magisterio?
5. Sin embargo, los ensayistas han seguido ofreciendo "interpretaciones" tremendamente sugerentes de la Edad Media española... Ahí está, por ejemplo, Juan Goytisolo, acaso uno de los intelectuales más prestigiosos de España, por no citar al "maldito" Ignacio Olagüe, cuyos reflexiones nadie parece tomar en consideración y, sin embargo, continúan perturbando desde su sentido común. Hace tiempo, precisamente en el contexto museístico, aprendí que no siempre se puede fiar uno de los especialistas. A lo mejor por ello, en mis actividades profesionales, me he inclinado por la línea ensayística, por supuesto, salvando las distancias que me impuso la naturaleza con los autores mencionados. ¿Cree, por ejemplo, que la conquista musulmana de toda la península Ibérica fue un "milagro nefasto"?
(Es continuación)
ResponderEliminar6. De acuerdo con los datos proporcionado por las fuentes literarias (árabes. naturalmente), el fenómeno "mozárabe" debería reformularse en términos más vinculados a la realidad socio-política de la época, según la describen las fuentes literarias. Apoyarse en unas cuantas comunidades de monjes católicos, siguiendo a Simonet, no es fórmula demasiado sólida (por decirlo suavemente). Por eso le preguntaba si algún investigador de reconocido prestigio ha conseguido demostrar que la llegada de contingentes beréberes y la participación de los leoneses en el ejército califal fue un engaño... Esta línea, que ayuda a comprender "fenómenos" como El Cid, podría servir para perfilar una interpretación menos artificiosa al influjo islámico en la mitad norte de la península Ibérica, que apenas se ha utilizado más que en contextos heterodoxos. ¿Tiene datos recientes sobre esta cuestión?
7. El "taller bizantino"... Desde hace muchos años están claras las conexiones entre algunos restos de la "zona mozárabe" con Bizancio. No conozco ninguna explicación de este fenómeno que no se apoye en hipótesis excesivamente artificiosas. Pero como no estoy muy al día de lo que se está publicando en los medios especializados, podría estar equivocado... ¿Puede ayudarme a salir del error?
8. En los días sucesivos incluiré una entrada sobre estas cosas y nuevos comentarios sobre otros museos españoles y le prometo observaciones interesantes —desde las líneas de este extraño debate— sobre el tratamiento que se da en ellos a los tiempos de Al-Ándalus. En algunos, ni tan siquiera se muestran obras de esa época. ¿Cree que es casualidad?
Por lo demás...
No creo que el Museo de León esté "mal pensado". No está en mi manual de estilo formular públicamente juicios globales descalificantes.
Saludos
Bueno, estimado Marcelo (dejemos el don, de acuerdo) compruebo que, en efecto, tiene usted más tiempo para este blog que el que puedo tener yo, pues, no en vano, es el suyo. De todas formas, insisto yo también, no he pretendido en ningún caso descalificarle, sólo llamarle la atención sobre un tipo de razonamiento similar al que usted me achaca: el de autoridad, eso sí, empleado de forma narcisista: la suya. Y punto. Sólo así se explica que atribuya cronologías e influjos con la seguridad pasmosa de quien no necesita argumentarlos (tampoco yo lo he hecho, cierto es...). Respecto a lo que afirma en esta última y extensa entrada, es obvio que ni Gómez-Moreno ni Sánchez-Albornoz resultan desde hace décadas las incontestables referencias que parece usted atribuirles, no entiendo muy bien por qué. Hace mucho que bajo la etiqueta "mozárabe" no se entiende lo que el granadino definiera en 1919, de igual manera a como todo el mundo sabe que no hay godos bajo la vitola del "gótico", etc, etc. Y respecto al Islam peninsular, o dicho de otra manera, a los hispanos de fe islámica, coincido con usted (creo que se ha equivocado al juzgarme, y mucho... ), salvo para señalarle que en el museo se exponen todos y cada uno de los objetos de esa extracción cultural que custodiamos, cosa que no sucede en absoluto con otras religiones y colectivos. Otra cosa es que en esta parte no haya demasiados.
ResponderEliminarLe agradezco, finalmente, que tenga manual de estilo, aunque a veces, como en el primer párrafo de su entrada sobre este museo y otros muchos, los interperte con cierta laxitud.
Un afectuoso saludo, Marcelo, y hasta un futuro encuentro personal.
Luis Grau
Por fin entiendo algo... Reconozco solemnemente mis limitaciones perceptivas y, por supuesto, también las literarias. Mis amigos dicen que soy "demasiado oscuro" y lo cierto es que, en tiempos diáfanos como los actuales, me divierte serlo, aunque ello implique ciertos peligros.
ResponderEliminar¿Le dolió el primer párrafo? ¡Pero si es un comentario irónico! En otras entradas he reiterado "mi opinión" sobre la estrategia político-urbanística de reutilizar "edificios antiguos" como museos, porque estas instituciones requieren articulaciones espaciales muy especializadas y los edificios concebidos con otra función, no suelen tener posibilidades para cumplir las necesidades más obvias de la función museística; entre ellas, tener elasticidad espacial y capacidad de ampliación. El párrafo está concebido como un leve guiño a la mala gestión política en asuntos culturales, que he enfatizado hasta la saciedad en otras entradas.
Por lo demás, volveré en otra entrada a las cuestiones que le proponía en los comentarios anteriores. Por razones que no vienen al caso, tengo la intención de emplear más tiempo a cuestiones altomedievales...
Sospecho que, aclarado el malentendido, podríamos establecer una relación menos tensa.
Saludos
Alp