sábado, 15 de septiembre de 2012

MUSEU NACIONAL DE SOARES DOS REIS


Por Raquel de la Cruz

El Museo Nacional de Soares dos Reis, antiguo Museu Portuense y el primer museo de arte de Portugal, tal y como reza su folletín, nace cuando D. Pedro IV decide establecer en la ciudad de Porto el Museu de Pinturas e Estampas. En aquel momento, el objetivo del nacimiento de este museo fue sobre todo preservar el patrimonio artístico de los conventos extintos y simultáneamente promover la recolección de obras de artistas locales. Poco a poco el museo ha ido haciendo acopio de piezas de distintas procedencias según el momento histórico. Primero, en el siglo XIX, de profesores y alumnos de la Academia Portuense de Belas-Artes, incluyendo la escultura en sus salas;  más adelante, cuando el museo adquirió el distintivo de "Museo Nacional"  y se instaló en el Palácio dos Carrancas, actual situación, se enriqueció con obras de O Museu Comercial e Industrial do Porto. Todo esto llevado a cabo a la vez que la recolección de piezas muebles que componen la colección de artes decorativas, orgullo del museo.


 La ignorancia o una insuficiencia en la capacidad organizativa han convertido esta institución en lo que es hoy: un almacén con escasísimos paneles informativos que apenas regalan algunas pinceladas de la historia del museo y mucho menos cumplen su función pedagógica. Tiene que ser, por tanto, el espectador el que se encargue de crearse a sí mismo, si es que es capaz, un hilo conductor aunque sólo sea por no volverse loco de remate.
La que hoy es la exposición temporal del museo es, una vez más, un hacinamiento de pinturas, vasijas griegas, esculturillas de dioses egipcios y demás objetos de mayor o menor tamaño y muy distinta naturaleza (tales como una espada del XVI, una valva de una ostra gigante o una vestimenta de soldado del XIX); los unos recogidos en una vitrina y los otros colgados de la pared o sostenidos por unos muretes.
La falta de algún tipo de información que haga la visita un poco más fácil y pedagógica brilla por su ausencia. Tan normal es encontrar las vasijas antes nombradas compartiendo dos centímetros cuadrados con una estatuilla que bien podría proceder del expolio de una tumba faraónica.


Recorriendo la exposición permanente el espectador se topará con paneles de madera maciza obstaculizando la entrada a las salas con pinturas consideradas las mejores del habitáculo dejando a éste en un terrible aprieto; gruesos cables de acero suspenden algunos de los cuadros, mientras que otros salen burdamente de la pared colgados en ciertas ocasiones en trozos de pladur exentos y en otras, en gruesas lonchas de madera maciza; enormes paneles también a la entrada de algunas salas que sirven, a mi juicio, tanto para complicar el paseo de la vista por los diferentes cuadros expuestos como para crispar la sensación de buen feng-shui del espectador.
Todo esto acompañado por las grietas y humedades que lucen por lo menos las dos salas laterales que forman parte de la "Galería Soares dos Reis", nichos mal iluminados en los que se encuentran empotradas al fondo sendas esculturas de mármol.


Hecho remarcable es que en estas 14 salas sólo encontramos dos amables señoras guardándolas en una época en la que Porto está plagado de turistas y estudiantes de todas las nacionalidades. ¿Falta de medios? Apoyo esta pregunta aportando una información que me proveyó el hombre encargado de la venta de entradas: hasta el año pasado los estudiantes y profesores entraban gratis. Digo hasta el año pasado porque actualmente sólo si tienes acceso al carné joven puedes obtener la reducción de precio de 5€ a 2€.
Este museo cuenta además con unos magníficos jardines que no están abiertos al público y que sin duda ayudarían bastante a lavar la cara a esta institución y a que el espectador se fuera de aquí con otro sabor de boca…por lo menos no tan amargo.


Todo esto podría mitigarse con la calidad de las obras (ojalá fuera así). El lugar expositivo es, sin duda, un edificio con grandes posibilidades por sus grandes salas que, rehabilitadas y redistribuidas, darían otra sensación al espectador. Cuenta también con enormes ventas cenitales que crean ambientes, creo, idóneos para la exposición de escultura tanto exenta como en su modalidad de relieve.
En resumen, un mayor compromiso con la cultura en su más amplio sentido y una mayor pretensión pedagógica, harían situarse más cerca a este palacio del título de "Museo Nacional" que ostenta y que verdaderamente no alcanza. Supongo que ni las fuentes ni la dirección fueron siempre las idóneas.

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