Hay quien se extraña de la mala imagen que tiene el ministro de educación, cultura y Deporte… A mí lo que me extraña es que, en una situación dominada por la corrupción, la incompetencia y la miseria, quienes mandan realmente en este país aún no hayan comprendido la conveniencia de tener en ciertos cargos a personas y equipos capacitados, cuando menos, para no ofrecer una imagen patética del Estado… ¿Qué sentido tiene en estos momentos, precisamente en estos momentos, promulgar una ley sobre la regulación de la “Tauromaquia” como patrimonio cultural? ¿Echar gasolina al “problema catalán”? ¿Cabrear aún más a los “sectores culturales”, acogotados con el 21 % del IVA? ¿Enfrentarse con los grupos más dinámicos de nuestra sociedad? Sólo encuentro una sinrazón: reforzar la imagen “liberal” (o neofranquista) del actual gobierno ante los sectores que tradicionalmente relacionan “lo español” con la tauromaquia… acaso para compensar la erosión producida por las medidas salvajes aplicadas sobre los ciudadanos al dictado de "los mercados". ¿"Panem et circenses"?
El primer párrafo. La "opinión" de Alfonso X el Sabio
Imagen de El mundo de las Torerías |
“La Tauromaquia forma parte del patrimonio histórico y cultural común de todos los españoles, en cuanto actividad enraizada en nuestra historia y en nuestro acervo cultural común, como así lo demuestran las partidas de Alfonso X el Sabio, que ya en el siglo XIII contemplaban y regulaban esta materia.”
¿Seguro que forma parte del “patrimonio histórico y cultural de todos los españoles”? Se me ocurren unas cuantas obviedades… La primera, los casos canario y catalán, que desvirtúan por completo la argumentación y, por supuesto, la opinión de amplísimos sectores de la propia “sociedad española”, que consideran la llamada “fiesta nacional”, un espectáculo aberrante de maltrato animal. No quiero ni imaginar que los adalides de los “valores patrios” estén recuperando la idea de que quienes no piensan como ellos no son “buenos españoles”… ¿O sí?
Pero también requiere acotación elocuente la referencia a las Partidas de Alfonso X, el Sabio (VII, título 6, ley 4):
"Ley 4: Leno en latín tanto quiere decir en romance como alcahuete; y tal hombre como este, bien sea que tenga sus siervas u otras mujeres libres en su casa mandándoles hacer maldad de sus cuerpos por dinero, bien sea que ande en otra manera por trujamanía alcahueteando o sonsacando las mujeres para otro por algo que le den, es infamado por ello. Otrosí son infamados los juglares, y los remedadores y los que hacen los zaharrones, que públicamente ante el pueblo cantan o bailan o hacen juegos por precio que les den; y esto es porque se envilecen antes todos por aquello que les dan. Mas lo que tañasen instrumentos o cantasen por solazar a sí mismos o por hacer placer a sus amigos o dar alegría a los reyes o a los otros señores, no serían por ello infamados. Y aun decimos que son infamados los que lidian con bestias bravas por dineros que les dan; y eso mismo decimos que los son los que lidiasen uno con otro por precio que recibiesen por ella, pues estos son tales, pues que sus cuerpos aventuran por dineros en esta manera, bien se entiende que harían ligeramente otra maldad por ellos. Pero cuando un hombre lidiase con otro sin precio por salvar a sí mismo o a algún amigo, o con bestia brava por probar su fuerza, entonces no sería infamado por ello, antes ganaría prez de hombre valiente y esforzado. Otrosí decimos que sería infamado el caballero a quien echasen de la hueste por yerro que hubiese hecho, o al que quitasen honra de caballería, cortándole las espuelas o la espada que tuviese ceñida. Eso mismo sería cuando el caballero que se debe ocupar en hecho de armas, arrendase heredades ajenas en manera de merca. Otrosí son infamados los usureros y todos aquellos que quebranten pleitos o posturas que hubiesen jurado guardar, y todos lo que hacen pecado contra natura, pues por cualquier de estas razones sobredichas es el hombre infamado tan solamente por el hecho, aunque no sea dada sentencia contra él, porque la ley y el derecho los infama."
Como hoy ya en tiempos del "Rey Sabio" no todos se sentían orgullosos de ciertas "costumbres" —más o menos arraigadas— como la alcahuetería, la usura… ni de quienes lidiaban con toros por dinero. Las Partidas ilustran justo lo contrario de lo planteado por el redactor de la ley: que en aquellos lejanos tiempos, ofrecer espectáculos taurinos por dinero era infamante y que sólo estaba justificado lidiar “sin precio por salvar a sí mismo o a algún amigo”.
Para asegurar que “la tauromaquia está enraizada en nuestra historia”, se deberían emplear argumentos más sólidos... Parece obvio que la tauromaquia está documentada en algunas regiones “españolas” a lo largo de la historia, pero los datos son precarios hasta el siglo XVIII. En todo caso, remitirse a Alfonso X, el Sabio, es, cuando menos, aventurado, puesto que muy probablemente el juicio de este personaje derivaba de la creencia de que los festejos o las celebraciones populares con toros eran rezagos paganos —relacionados con los cultos a Mitra, o las divinidades del panteón grecolatino y con ciertas tradiciones autóctonas documentadas, cuando menos, en lo que hoy es Navarra—, o pervivencias de costumbres traídas a la Península por los contingentes beréberes llegados en tiempos del Califato de Córdoba.
Más le hubiera valido al redactor de la ley recurrir a los precedentes cretenses o a los circos romanos: allí sí que había ritos y espectáculos con toros perfectamente reglamentados.
El segundo párrafo. Homologación muy forzada
“Las fiestas o espectáculos taurinos, incluyen no sólo a las corridas de toros sino un numeroso conjunto de tradiciones y festejos populares vinculados al mundo del toro, que a su vez comprenden lo que hoy entendemos por «Tauromaquia». Todo esto es signo de identidad colectiva, y ello justifica que su preservación corresponda y competa a todos los poderes públicos.”
Ignoro lo que dirán los “puristas” del tendido del 7 sobre una concepción tan generosa, que coloca en el mismo negociado cosas tan diferentes como la feria de San Isidro y los acontecimientos festivos populares, que proliferan por la geografía peninsular para satisfacción de conservadores y desfogue de mozos más o menos predispuestos a “la fiesta” y al galleo, por supuesto, en contesto etílico. ¿Identidad colectiva? ¿De quienes?
El tercero. Cuestión de conductas
“El carácter cultural de la Tauromaquia es indiscutible y merece ser preservado como un tesoro propio de nuestro país, rico en culturas distintas. Esa específica manifestación cultural ha sido, incluso, exportada a otros países que la desarrollan, promocionan y protegen.”
Recuerda a aquello de "las aportaciones hispanas al acervo cultural universal"... Es difícil negar “el carácter cultural de la Tauromaquia”; pero no tanto que merezca “ser preservado como un tesoro propio de nuestro país”, sabiendo, como es notorio, que una parte muy importante de la ciudadanía la interpreta como una reliquia de los circos romanos. Si la tauromaquia es "cultura", el canibalismo ha de ser gastronomía...
El problema ofrece tintes espectaculares si analizamos los fenómenos de conducta (indicios) que rodean al espectáculo taurino en las plazas de mayor "prestigio"... Según el artículo 46.1, "las reses destinadas a corridas de toros o de novillos con picadores deberán, necesariamente, tener el trapío correspondiente, considerado éste en razón a la categoría de la plaza, así como el peso y las características zootécnicas de la ganadería a que pertenezcan.". Por si alguien desconoce el sentido del término trapío, me permito recordar lo que dice la RAE:
- 1. m. coloq. Aire garboso que suelen tener algunas mujeres.
- 2. m. coloq. Buena planta y gallardía del toro de lidia.
Torear es "cosa de hombres", sencillamente, porque así lo impone la costumbre, la tradición, tan relevante para la substanciación del propio espectáculo. Aunque es difícil saber cómo nacieron los mitos relacionados con "el toro", los datos suministrados por la mitología son elocuentes en ese sentido. El toro suele aparecer cómo víctima propiciatoria, pero también como instrumento (mito de Europa) en los amores de Zeus, y como mediador primordial en el mito de Mitra... Siempre o casi siempre, el toro se asocia con la regeneración y la sexualidad. Tal vez, el mito más interesante, el que mejor concreta la complejidad del potencial simbólico, sea el del Minotaruo. Según recoge Pierre Grimal, el Minotaruro fue hijo de Pasifaes, esposa del rey Minos, que se enamoró de un toro enviado por Peseidón...
"... Minos, al reclamar el trono de Creta, había pedido a los dioses un signo que pusiera de manifiesto su derecho al mismo. Al ofrecer un sacrificio a Posidón, había rogado al dios que hiciese salir un toro del mar, prometiéndole sacrificarlo. Pero cuando Posidón le hubo concedido lo que pedía, Minos se negó a cumplir su promesa. Como castigo, Posidón volvió furioso al toro y, más tarde, inspiró a Pasifae un amor irresistible por el animal."
Pasifae recurrió Dédalo para que le construyera un artilugio que, a su vez, le facilitara relacionarse con el hermosísimo toro; y Dédalo construyó una ternera, donde se introdujo Pasifae... De aquellos añores nació el Minotauro, que según las tradiciones más antiguas, tenía cabeza de hombre y cuerpo de toro y no como le ha mantenido vivo las reinterpretaciones moralistas de los siglos recientes; si el mito "deseaba" enfatizar la fuerza de los "instintos animales" era lógico que Minos tuviera los genitales del toro y no los cuernos.
El cuarto. El factor estético
“La Tauromaquia es una manifestación artística en sí misma desvinculada de ideologías en la que se resaltan valores profundamente humanos como puedan ser la inteligencia, el valor, la estética, la solidaridad, o el raciocinio como forma de control de la fuerza bruta. A ello hay que añadir que forma parte de la cultura tradicional y popular, como conjunto de las manifestaciones, conocimientos, actividades y creencias pasados y presentes de la memoria colectiva, siendo uno de los puntos de referencia a partir del cual las iniciativas de la sociedad se enmarcan en un contexto configurador de la identidad nacional propia, arraigada en una pluralidad de formas de expresión popular.”
Quien ha redactado el preámbulo cae víctima de su propia imprecisión; definida la “Tauromaquia” como recoge la propia ley (artículo 1), es absurdo —por no decir estúpido— que se puedan considerar manifestaciones artísticas las bestialidades que se hacen en muchos pueblos con las vaquillas. Desde lo que recoge el artículo 25 del Reglamento de Espectáculos Taurino, hubiera sido mejor decir que “ciertos espectáculos taurinos pueden suponer manifestaciones artísticas…“; ¿qué tienen de artístico los "espectáculos o festejos populares, en los que se juegan o corren reses según los usos tradicionales" de una localidad cualquiera?
También es absurdo que se ofrezca la exposición en un contexto ajeno a “la ideología”, aunque el pasado reciente haya informado de que el enaltecimiento de la "fiesta nacional" es banderín de enganche de utilidad universal: también en tiempos del PSOE se adjudicaban Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes a toreros. Pero no creo que ello garantice anuencia universal ni muchísimo menos. Un planteamiento de ese tipo sólo es comprensible cuando quien lo emite antepone sus principios ideológicos a los juicios de sus conciudadanos y aún a los argumentos bien fundamentados.
¿Memoria colectiva? ¿Puntos de referencia a partir del cual las iniciativas de la sociedad se enmarcan en un contexto configurador de la identidad nacional propia? También aquí se le va la mano al redactor de la ley, puesto que la formulación supone la posibilidad de una lectura política problemática: quien no participe de estas ideas, ¿debe sentirse ajeno a la “identidad nacional española”?
En todo caso, merece una reflexión el siempre sobreentendido componente estético que subyace en las "grandes faenas" de las "figuras" del toreo. No negaré ese componente en las labores de toreros como José Tomás, que saben conjugar armónicamente sus actividades con los impulsos primarios del toro, para conseguir un espectáculo que encoge el corazón y puede solazar el espíritu de las personas más identificadas con este ceremonial. Sin embargo, me gustaría enfatizar que el marco donde esas "obras" acontece no es el más adecuado a la sofisticación cultural que ello implica supuestamente, porque en ese espectáculo siempre existe un factor que las enturbia: el "necesario" riesgo de muerte, que debe regir sobre la faena del torero y que, de no existir, la desnaturalizaría. Y tengo la sensación de que en claves sociológicas ese factor activa mecanismos que están más cerca de los valores de los aficionados a los circos romanos que a los de una persona culta del siglo XXI; pero a lo mejor estoy equivocado.
El quinto. La libertad de creación
"La sociedad española es muy diversa y dentro de esa diversidad encontramos grandes aficionados y a su vez muchos ciudadanos que han manifestado su preocupación por el trato que reciben los animales durante los espectáculos taurinos. Conscientes de la heterogeneidad de la sociedad, también debemos admitir que, actualmente, existe un consenso en la aceptación mayoritaria del carácter cultural, histórico y tradicional de la Tauromaquia como parte esencial del Patrimonio Histórico, Artístico, Cultural y Etnográfico de España. Como tal, es responsabilidad de los poderes públicos asegurar la libertad del creador y, en este caso, del desarrollo de cualquier expresión artística, como es la Tauromaquia, y el respeto hacia ella."
¿Actualmente, existe consenso en la aceptación mayoritaria del carácter cultural, histórico y tradicional de la Tauromaquia como parte esencial del Patrimonio Histórico, Artístico, Cultural y Etnográfico de España? Me gustaría saber de dónde han extraído esta “conclusión”; ¿de los manuales de estilo de los medios de comunicación de los entes públicos?
Y culmina el párrafo conectando esta “creencia” con un valor propio de cualquier persona de nuestro tiempo: la protección de la libertad creativa en toda forma de “expresión artística”… donde deberíamos incluir a la “Tauromaquia”… ¿También los festejos de Tordesillas? Según esta ley, ¡por supuesto! ¿Debemos entender que El toro de la Vega es una performance colectiva, cuya supresión supondría un atentado contra la libertad creativa?
Los párrafos finales. El apoyo a la cultura
Es obvio el carácter dinámico de las actividades relacionadas con la pervivencia del culto al toro, como paradigma de potencia sexual masculina; también es obvia la comunión con ciertas zonas como el sur de Francia y algunos países de América latina; otrosí es incuestionable que en es universo conviven múltiples factores profesionales y económicos... Sin embargo...
"La Tauromaquia es un conjunto de actividades que se conecta directamente con el ejercicio de derechos fundamentales y libertades públicas amparados por nuestra Constitución, como son las de pensamiento y expresión, de producción y creación literaria, artística, científica y técnica. Y resulta evidente que la Tauromaquia, como actividad cultural y artística, requiere de protección y fomento por parte del Estado y las Comunidades Autónomas."
Si entendemos que "la libertad de pensamiento y expresión, de producción y de creación literaria, artística, científica y técnica" conecta directamente con "la Tauromaquia", tenemos un problema muy serio. Quiero imaginar que sólo se trata de una imprecisión dictada por la vehemencia de quien acaso debiera haber dicho algo más matizado; por ejemplo, que la tauromaquia puede relacionarse con el ejercicio de ciertos derechos y con ciertas actividades literarias, artísticas, etc.
"Es necesario contemplar la protección y regulación de tan importante Patrimonio Cultural, Artístico, Social y Económico como una actividad de todos los poderes públicos para el servicio a los ciudadanos, por mandato de lo dispuesto en el artículo 44 de la Constitución, pues aquellos deben promover y tutelar el acceso a la Cultura, a la que todos tienen derecho, y en el artículo 46, que impone a los poderes públicos la obligación de garantizar su conservación y promover su enriquecimiento, así como el de los elementos que los integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. Por último, debe concluir esta referencia constitucional con la cita del artículo 149.2, que expresa la preocupación del legislador constituyente por la preservación y progreso de los valores culturales de la sociedad española, y que impone al Estado la obligación de considerar el servicio de la cultura como un deber y atribución esencial."
¡Vaya manera de entender los artículos 44, 46 y 149 de la Constitución! ¿No se podrían emplear los mismos principios para reducir drásticamente "el IVA cultural" o para facilitar la gestión de las instituciones culturales? A este paso, los pijos del monopoly convertirán el principio rector de nuestro orden político y social en bayeta de mamporrero.
Induciendo, que es gerundio
Es sorprendente un texto tan discutible en el preámbulo de una ley. La mención de las Siete Partidas deja el asunto a “punto de miel”, porque es una referencia explícita sobre uno de los aspectos más críticos y relevantes de un espectáculo como la tauromaquia, que según la RAE, debe escribirse con minúscula (“arte de lidiar toros”). A Alfonso X le parecía degradante practicar esos espectáculos por razones difusas pero imaginables… Hubiera sido más consecuente recordar el mito de Pasifae, con las implicaciones que de ello pudieran derivarse. También en él había importantes componentes estéticos: la hermosura del toro y la belleza de la ternera, construida gracias a la genialidad de Dédalo —gran escultor—, la actitud transgresora de Pasifae...
En la "argumentación" existen demasiados errores lógicos; confundir lo particular con lo general o con la totalidad es síntoma de problemas graves en la capacidad cognitiva del redactor o de voluntad de engaño. A principios del siglo XXI, para un porcentaje muy elevado de la población española y como le pareciera al Rey Sabio, sigue siendo degradante que miles de personas se reúnan en una plaza de toros para contemplar un espectáculo construido sobre el tormento a un animal y el riesgo de muerte de los “oficiantes”. Y en esas condiciones, una ley como ésta no cumple uno de los requisitos más importantes de la acción legislativa: armonizar las relaciones sociales. Se diría que aquí se promulgan leyes sólo para garantizar la presunción de inocencia...
Y quienes redactan textos como éste son los mismos que pretenden imponer contra viento y marea una Ley Orgánica para la Mejora de la Educación Educativa... ¡Qué desfachatez!
Prefiero mil veces (veo mas natural y mas sentido trascendental filosofico y vital, a pesar de sus aspectos problematicos ) el sentido y la sensacion interior que produce el desenlace y el riesgo del toreo que la sensacion que producen la mayoria de obras de arte "progresistas". Su servidumbre miserable con padrinos que crearon discursos artisticos artificiales ( contra natura , aberrantes y degenerados , serian entonces por equiparar los adjetivos , usados sin escatimar) por el sistema actual, por ejemplo , los Turner price, Mesalinas de tres al cuarto como Sarah Lucas ,no digamos la que salio en este blog vomitando zumos de colores.me parece una abominacion, y una gran ceguera , y un doble rasero.
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