Por Javier Rodríguez Lozano
No muy lejos del centro de Múnich, al sur del Jardín Inglés dónde los surfistas practican en el Isar, está la imponente Haus der Kunst, un edificio con un importante papel histórico en el siglo XX. Construido como el primer edificio de propaganda del Tercer Reich, fue concebido para mostrar arte alemán de acuerdo con los gustos de Hitler. Irónicamente se le conoce mucho más por la exposición de “Arte degenerado” del 37. Tras la segunda guerra mundial el museo comenzó a albergar las colecciones de las diversas galerías de Múnich que habían sido destruidas o dañadas por la guerra. Desde entonces el museo no cuenta con colección propia y su programa se basa en exposiciones itinerantes. Okwui Enwezor es el director del museo desde el 2001, la misión de este museo público consiste en “la exploración y acercamiento del arte contemporáneo, mediante exposiciones, investigaciones y educación. Poniendo especial interés en las trayectorias del arte contemporáneo, las cuales considera globales, polisémicas y multifocales”.
Dicho lo cual, nos adentramos en el museo para ver que nos depara este otoño, dos retrospectivas: una grande de Richard Artschwager y otra algo más modesta de Lorna Simpson. Al contrario que otros museos de Múnich (las Pinacotecas) y al igual que la Lenbachhaus las fotos no están permitidas, el caballero de la entrada nos lo recuerda amablemente, porque ya se sabe, si haces fotos, no compras el catálogo de la exposición y esa no es manera de apoyar el arte. Los folletos de las exposiciones son claros, concisos y algo largos, con toda la información tanto en alemán como en inglés, cosa que es muy de agradecer, pues en otros museos no se corre la misma suerte. Los textos que se encuentran por ambas exposiciones son del mismo tipo y la verdad es que sorprende la facilidad de los mismos, sobre todo si tenemos en cuenta que hablan de arte contemporáneo, eso sí, la presentación de estos últimos y de las cartelas son algo cutres, son meros papeles tipo folio (diferentes tamaños), pegados a la pared, esperaba algo con “más clase” para este edificio, sin embargo, esto un es mal menor.
Pasemos a las exposiciones, la primera “Richard Artschwager!”, se encuentra en el ala este, ocupando grandes salas, en las cuales a veces el recorrido se hace algo caótico, dado que la exposición se tiene que adaptar al antiguo edificio, con espacios muy diáfanos que nos hacen corretear de un lado a otro. Nos encontramos trabajos de todas sus épocas, un artista que se encuentra entre el pop, minimalismo y lo conceptual, aunque es famoso por su independencia artística, comenzando como carpintero, vemos varios de sus “muebles inútiles” forrados de fornica, pianos, armarios, mesas… que nos hablan de los objetos de uso cotidiano, en su sentido más físico y material. También podemos ver sus pinturas monocromas, así como las que realizó con color en sus últimos años de vida, estas hablan de lo cotidiano en la vida americana, pues la inmensa mayoría están sacadas de imágenes de periódicos. Tenemos por último la oportunidad de ver algunos bocetos de trabajos, así como pruebas de texturas y los colores más saturados de su última época. En resumen es una retrospectiva bien presentada, concisa y con piezas importantes de todas las épocas, tan útil para el que pueda estar interesado en el artista y lo conociese de antemano como para el que no sepa nada de él. Quizás las obras en blanco y negro, menos importantes son demasiadas y no muy interesantes, pero la imagen global en su sentido de acercamiento del artista al público es buena y clara.
La segunda exposición “Lorna Simpson”, ocupa mucho menos que la otra exposición, lo cual creo que juega a su favor, creando algo más compacto y aún mejor construido. La exposición consiste en una retrospectiva de 25 años de la artista (que sigue viva), pero la presencia de trabajos de los dos últimos años es muy fuerte, lo que hace la retrospectiva fresca y diferente a otras realizadas en años anteriores. La obra de esta artista habla de la problemática racial así como sexual, fruto de la propia vida de la artista afroamericana. Al igual que la anterior exposición la selección de obras es sorprendentemente buena y representativa de la artista: sus serigrafías sobre fieltro, vídeo y sobre todo las instalaciones fotográficas donde la palabra juega un papel esencial. De lo expuesto la vídeo instalación chess, que consiste en un vídeo de 3 canales de este mismo año, donde se muestra así misma caracterizada como diferentes personajes jugando al ajedrez contra 5 yos (mediante espejos), así como un músico de jazz tocando con sus reflejos, es una de las piezas más interesantes y bien montadas.
El paseo por la Haus der Kunst ha merecido la pena, eso sí, no muy barato para aquel que no estudie arte en la ciudad (15 euros ambas expos). Es común ver a muchos colegios acudiendo a las exposiciones, así como turistas que aprovechan la visita al jardín inglés para ver la Haus der Kunst, aunque la inmensa mayoría se conforma con verla por fuera.
No muy lejos del centro de Múnich, al sur del Jardín Inglés dónde los surfistas practican en el Isar, está la imponente Haus der Kunst, un edificio con un importante papel histórico en el siglo XX. Construido como el primer edificio de propaganda del Tercer Reich, fue concebido para mostrar arte alemán de acuerdo con los gustos de Hitler. Irónicamente se le conoce mucho más por la exposición de “Arte degenerado” del 37. Tras la segunda guerra mundial el museo comenzó a albergar las colecciones de las diversas galerías de Múnich que habían sido destruidas o dañadas por la guerra. Desde entonces el museo no cuenta con colección propia y su programa se basa en exposiciones itinerantes. Okwui Enwezor es el director del museo desde el 2001, la misión de este museo público consiste en “la exploración y acercamiento del arte contemporáneo, mediante exposiciones, investigaciones y educación. Poniendo especial interés en las trayectorias del arte contemporáneo, las cuales considera globales, polisémicas y multifocales”.
Dicho lo cual, nos adentramos en el museo para ver que nos depara este otoño, dos retrospectivas: una grande de Richard Artschwager y otra algo más modesta de Lorna Simpson. Al contrario que otros museos de Múnich (las Pinacotecas) y al igual que la Lenbachhaus las fotos no están permitidas, el caballero de la entrada nos lo recuerda amablemente, porque ya se sabe, si haces fotos, no compras el catálogo de la exposición y esa no es manera de apoyar el arte. Los folletos de las exposiciones son claros, concisos y algo largos, con toda la información tanto en alemán como en inglés, cosa que es muy de agradecer, pues en otros museos no se corre la misma suerte. Los textos que se encuentran por ambas exposiciones son del mismo tipo y la verdad es que sorprende la facilidad de los mismos, sobre todo si tenemos en cuenta que hablan de arte contemporáneo, eso sí, la presentación de estos últimos y de las cartelas son algo cutres, son meros papeles tipo folio (diferentes tamaños), pegados a la pared, esperaba algo con “más clase” para este edificio, sin embargo, esto un es mal menor.
Pasemos a las exposiciones, la primera “Richard Artschwager!”, se encuentra en el ala este, ocupando grandes salas, en las cuales a veces el recorrido se hace algo caótico, dado que la exposición se tiene que adaptar al antiguo edificio, con espacios muy diáfanos que nos hacen corretear de un lado a otro. Nos encontramos trabajos de todas sus épocas, un artista que se encuentra entre el pop, minimalismo y lo conceptual, aunque es famoso por su independencia artística, comenzando como carpintero, vemos varios de sus “muebles inútiles” forrados de fornica, pianos, armarios, mesas… que nos hablan de los objetos de uso cotidiano, en su sentido más físico y material. También podemos ver sus pinturas monocromas, así como las que realizó con color en sus últimos años de vida, estas hablan de lo cotidiano en la vida americana, pues la inmensa mayoría están sacadas de imágenes de periódicos. Tenemos por último la oportunidad de ver algunos bocetos de trabajos, así como pruebas de texturas y los colores más saturados de su última época. En resumen es una retrospectiva bien presentada, concisa y con piezas importantes de todas las épocas, tan útil para el que pueda estar interesado en el artista y lo conociese de antemano como para el que no sepa nada de él. Quizás las obras en blanco y negro, menos importantes son demasiadas y no muy interesantes, pero la imagen global en su sentido de acercamiento del artista al público es buena y clara.
La segunda exposición “Lorna Simpson”, ocupa mucho menos que la otra exposición, lo cual creo que juega a su favor, creando algo más compacto y aún mejor construido. La exposición consiste en una retrospectiva de 25 años de la artista (que sigue viva), pero la presencia de trabajos de los dos últimos años es muy fuerte, lo que hace la retrospectiva fresca y diferente a otras realizadas en años anteriores. La obra de esta artista habla de la problemática racial así como sexual, fruto de la propia vida de la artista afroamericana. Al igual que la anterior exposición la selección de obras es sorprendentemente buena y representativa de la artista: sus serigrafías sobre fieltro, vídeo y sobre todo las instalaciones fotográficas donde la palabra juega un papel esencial. De lo expuesto la vídeo instalación chess, que consiste en un vídeo de 3 canales de este mismo año, donde se muestra así misma caracterizada como diferentes personajes jugando al ajedrez contra 5 yos (mediante espejos), así como un músico de jazz tocando con sus reflejos, es una de las piezas más interesantes y bien montadas.
El paseo por la Haus der Kunst ha merecido la pena, eso sí, no muy barato para aquel que no estudie arte en la ciudad (15 euros ambas expos). Es común ver a muchos colegios acudiendo a las exposiciones, así como turistas que aprovechan la visita al jardín inglés para ver la Haus der Kunst, aunque la inmensa mayoría se conforma con verla por fuera.
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