Por Lobu
El MNCARS parece mantenerse en su costumbre, deliberada o no, de complicar la correcta experimentación y entendimiento del arte moderno. Consiguiéndolo esta vez gracias a la discreta obra "Escena" de Roman Ondák que se expone en el Palacio de Cristal.
Muy atento hay que estar o muy bien tiene que conocerse uno el espacio para encontrar una obra que la mayoría de los visitantes ni siquiera saben que están visitando. Sin lugar a dudas la pieza cumple el propósito del artista de sugestionar de manera casi imperceptible al espectador, y desde luego los medios que el museo pone a nuestra disposición no se enfrentan a este propósito, ni avisan de primeras al público de que ha sido "convertido tanto en objeto artístico como en protagonista del acto performativo" (según dicta el folleto que se ofrece en la entrada).
En una entrevista realizada con motivo de esta exposición en "El Cultural" Ondák declaró que considera al espectador como "el actor que da sentido a toda la obra, aquel que la finaliza", pero, teniendo en cuenta el probable conocimiento artístico que tienen los visitantes del Palacio de Cristal (pues habrá muchos que lo visiten como una consecuencia de su recorrido por El Retiro o por la fama del edificio, posiblemente desconociendo su función de espacio expositivo) dudo que estos tras haber descubierto, si es que llegan a descubrirlo, que la pasarela que están pisando es una obra de arte sean capaces de tomarse en serio la responsabilidad y el juicio que se les encomienda como espectadores.
De todos modos en esta ocasión, no se trata de una obra que pueda resultar "chirriante" para el no entendido en cuestiones de arte contemporáneo, pues permite un agradable disfrute y apreciación del diáfano y luminoso espacio del edificio, así como una nueva vista de este tanto desde el interior como el exterior. Lo cual era precisamente, en parte, lo que se intentaba producir: "Ondák busca un desvío de lo real que parta del espectador y lo sitúe en una percepción distinta [...] el Palacio se puede ver ahora de fuera hacia dentro, de un modo inédito que no permitía su constitución previa". Algo que no consigue ya con tanta eficacia en mi opinión es su verdadero propósito de desencadenar en el espectador la esperada reflexión crítica sobre el ser y realidad de la obra de arte. Más probable encuetro que esta presentación, de acuerdo al modo en el que se nos descubre la obra, genere en el turista una opinión de pérdida de seriedad en cuanto a todo lo relacionado con el arte contemporáneo.
Con esto no quiero ni mucho menos insinuar un jucio en cuanto a la calidad de esta obra en concreto, no es a eso a lo que busco referirme.
Joâo Fernandes, comisario de esta exposición y subdirector del MNCARS, expuso ya a principios de este año en una entrevista realizada en el "ABC" la situación en la que se encontraba un museo como el MNCARS, importante referente turistico, visitado frecuentemente por gente no interesada en el arte (aunque digo yo que un mínimo de interés si que debe haber si la gente esta dispuesta a pagar una entrada por la visita, pero eso es ya una opinión personal). Como el mismo declara buscan "que el espectador sea más lúcido, exigente y crítico cuando se confronta con la obra de arte, que pueda pensar y que (el museo) no sirva únicamente para decir que ha estado allí [...] gente real en los museos y no modelos para las fotos de viaje o de familia".
Es cierto que el arte actual reclama un espectador crítico, activo e implicado para su correcta experimentación, con lo cual este pasa a tener una necesidad de instrucción y conocimiento artístico que ha de remediar según sea su grado de motivación e inquietud intelectual. Pero el espectador no es el único responsable de esta formación, ya que el museo, según la propia definición de su término, se constituye como institución responsable de brindarle buena parte de los medios necesarios en este proceso.
Puesto que entonces, como parte de su función educadora, el museo se hace componente de dicha tarea, en el caso del MNCARS aún debería de dársele más importancia debido al desafío al que se expone al recibir la masa turística que recibe y en cuanto a su reclamación abierta de un público más exigente, según su propósito de alejarse de la imagen de museo como un mausoleo y de asentarse como un "espacio para la reflexión y discusión crítica del arte".
Puede que la sensación de distanciamiento que generan muchas de sus exposiciones se deba a su proceso de negación del rol de receptor de turismo masivo que la sociedad parece haberle impuesto, a pesar de que con esta postura eluda su responsabilidad comunicadora, necesaria para el enrequecimiento y la formación del público crítico que reclaman. Tal vez el convertirse en espacio reflexivo solo para unos pocos sea retribución suficiente como para descuidar la puesta en escena (valga la ironía) de unos medios, que como institución museística se ha comprometido a brindar.
El MNCARS parece mantenerse en su costumbre, deliberada o no, de complicar la correcta experimentación y entendimiento del arte moderno. Consiguiéndolo esta vez gracias a la discreta obra "Escena" de Roman Ondák que se expone en el Palacio de Cristal.
Muy atento hay que estar o muy bien tiene que conocerse uno el espacio para encontrar una obra que la mayoría de los visitantes ni siquiera saben que están visitando. Sin lugar a dudas la pieza cumple el propósito del artista de sugestionar de manera casi imperceptible al espectador, y desde luego los medios que el museo pone a nuestra disposición no se enfrentan a este propósito, ni avisan de primeras al público de que ha sido "convertido tanto en objeto artístico como en protagonista del acto performativo" (según dicta el folleto que se ofrece en la entrada).
En una entrevista realizada con motivo de esta exposición en "El Cultural" Ondák declaró que considera al espectador como "el actor que da sentido a toda la obra, aquel que la finaliza", pero, teniendo en cuenta el probable conocimiento artístico que tienen los visitantes del Palacio de Cristal (pues habrá muchos que lo visiten como una consecuencia de su recorrido por El Retiro o por la fama del edificio, posiblemente desconociendo su función de espacio expositivo) dudo que estos tras haber descubierto, si es que llegan a descubrirlo, que la pasarela que están pisando es una obra de arte sean capaces de tomarse en serio la responsabilidad y el juicio que se les encomienda como espectadores.
De todos modos en esta ocasión, no se trata de una obra que pueda resultar "chirriante" para el no entendido en cuestiones de arte contemporáneo, pues permite un agradable disfrute y apreciación del diáfano y luminoso espacio del edificio, así como una nueva vista de este tanto desde el interior como el exterior. Lo cual era precisamente, en parte, lo que se intentaba producir: "Ondák busca un desvío de lo real que parta del espectador y lo sitúe en una percepción distinta [...] el Palacio se puede ver ahora de fuera hacia dentro, de un modo inédito que no permitía su constitución previa". Algo que no consigue ya con tanta eficacia en mi opinión es su verdadero propósito de desencadenar en el espectador la esperada reflexión crítica sobre el ser y realidad de la obra de arte. Más probable encuetro que esta presentación, de acuerdo al modo en el que se nos descubre la obra, genere en el turista una opinión de pérdida de seriedad en cuanto a todo lo relacionado con el arte contemporáneo.
Con esto no quiero ni mucho menos insinuar un jucio en cuanto a la calidad de esta obra en concreto, no es a eso a lo que busco referirme.
Joâo Fernandes, comisario de esta exposición y subdirector del MNCARS, expuso ya a principios de este año en una entrevista realizada en el "ABC" la situación en la que se encontraba un museo como el MNCARS, importante referente turistico, visitado frecuentemente por gente no interesada en el arte (aunque digo yo que un mínimo de interés si que debe haber si la gente esta dispuesta a pagar una entrada por la visita, pero eso es ya una opinión personal). Como el mismo declara buscan "que el espectador sea más lúcido, exigente y crítico cuando se confronta con la obra de arte, que pueda pensar y que (el museo) no sirva únicamente para decir que ha estado allí [...] gente real en los museos y no modelos para las fotos de viaje o de familia".
Es cierto que el arte actual reclama un espectador crítico, activo e implicado para su correcta experimentación, con lo cual este pasa a tener una necesidad de instrucción y conocimiento artístico que ha de remediar según sea su grado de motivación e inquietud intelectual. Pero el espectador no es el único responsable de esta formación, ya que el museo, según la propia definición de su término, se constituye como institución responsable de brindarle buena parte de los medios necesarios en este proceso.
Puesto que entonces, como parte de su función educadora, el museo se hace componente de dicha tarea, en el caso del MNCARS aún debería de dársele más importancia debido al desafío al que se expone al recibir la masa turística que recibe y en cuanto a su reclamación abierta de un público más exigente, según su propósito de alejarse de la imagen de museo como un mausoleo y de asentarse como un "espacio para la reflexión y discusión crítica del arte".
Puede que la sensación de distanciamiento que generan muchas de sus exposiciones se deba a su proceso de negación del rol de receptor de turismo masivo que la sociedad parece haberle impuesto, a pesar de que con esta postura eluda su responsabilidad comunicadora, necesaria para el enrequecimiento y la formación del público crítico que reclaman. Tal vez el convertirse en espacio reflexivo solo para unos pocos sea retribución suficiente como para descuidar la puesta en escena (valga la ironía) de unos medios, que como institución museística se ha comprometido a brindar.
Mientras se tenga como "excusa" en el arte contemporáneo y en toda institución que lo respalde la involucración del público para llegar a un entendimiento, las cosas van a seguir como están. El museo hace su función perfectamente y los artistas pueden hacer este tipo de trabajos sin dejar ninguna potestad de réplica, es completamente lícito y de este vacío cultural se valen para ello.
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